Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

lunes, 30 de noviembre de 2009


Durante la siembra de besos,
coseché albores,
aré caricias
y recolecté primores
en su piel de nardo,
y fui espiga de trigo en el almiar de sus muslos,
y al querer oír cómo germinaba en su vientre mi semilla,
me llegó un murmullo de tules,
vaporoso,
mas diáfano,
como si una bailarina de Degas
hiciera cabriolas en una caja de música.

Mi Amor,
le susurré con albricias en los labios,
hay en tu vientre un ballet,
y juraría que es el del Teatro Bolshoi,
que en este momento interpreta el Adagio de Espartaco y Frigia.


Entonces,
una lágrima rodó por sus mejillas
humedeciendo sus nemorosas pestañas,
y fueron numerosos los reflejos irisados
que hermosearon sus ojos de cometa
en el bosque de mis manos.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 27 de noviembre de 2009


Fuiste Mía en mil noches sin luna,
cuando Venus se abría como una hendidura grana
en el casco de Marte,
y nosotros rotábamos como gira-soles en llamas
sobre una nube de hidrógeno.

Tú y yo,
dos cuerpos celestes un(c)idos a la rueda de Ixión,
una bestia de dos espaldas y mil lenguas de fuego
gravitando como Deimos y Fobos
sin miedo en las órbitas
y eclipsando de besos el Sol.

En la supernova de astro-labios,
sembré de estrellas tu vientre sahumado
y deshojé pleonasmos en la margarita de tu boca
con ojos cauterizados por la radiación solar,
esparciendo una pléyade de pétalos por tu campo electromagnético
y floreciendo en tu núcleo como una sonda espacial,
atomizados por el rocío de la aurora.

Fuimos materia oscura en la pirotecnia del universo,
lluvia de meteoros
y halo en el vórtice de Orión.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 26 de noviembre de 2009


Hoy, 26 de noviembre, es tu cumpleaños.

Hoy cumplirías 28 años,
y aunque no estés aquí para celebrarlo,
yo celebro cada día tu nacimiento como el mayor de los milagros,
como el nacimiento de Venus o la Creación del universo,
y no me olvido de que hoy es una fecha señalada en el calendario,
porque tal día como hoy viniste al mundo,
entre acantilados y musgo,
un mundo del que aún no te has ido,
pues vives en mí,
habitas mis células y mis hematíes,
y me miras desde el Faro,
con los codos apoyados en el balaústre
y el foulard ondeando al viento.

Vamos a contar hasta 28,
y cada segundo que pase será como un beso en flor,
y cuando llegue al final,
cerrarás los ojos y soplarás los 28 pétalos
que he depositado en tus manos,
con amor,
uno por cada año que viviste para hacerme feliz,
uno por cada sueño que acunaste en mí,
y así, al volar como cometas en el aire,
se cumplirán todos tus deseos,
que también son los míos.

No te olvido, Sara.
Eres mi Amor, mi Paraíso Perdido.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 23 de noviembre de 2009




Atardecer con un brindis de labios
nutrido desde el temblor de una mirada

'Atardece en tus labios', Sara Álvarez


Tu boca me insinúa un brindis de labios,
sinuoso como una pluma que cort(ej)a el agua,
(beso-pluma)
espir(y tú)al como la lengua de las mariposas,
trompeta de rapsodias,
y al besarte,
es como si Hebe me ofreciera su copa de néctar
y yo bebiera hasta saciarme
del cuerno de la abundancia.

Entonces,
sin poder evitarlo,
esbozo una lágrima suicida en la balaustrada de los ojos
sintiendo el vértigo de la caída,
y, mareado, grabo una muesca con tu nombre
en la bala que aún guardo en la retina.

Y tu voz resuena en mi cabeza como un beso amartillado.
(beso-bala)

Bésame,
y seré azor en el azur de tu cielo.

Bésame,
y grabaré mi escudo de armas en tu heráldico pecho.

Bésame,
y plantaré nuevos brotes en tu árbol genealógico,
esquejes de esperanza.

Bésame,
y me haré delfín en el remolino de tus muslos,
glauco como un mar de algas,
y sublevado, como el musgo.

Cuando tiembles,
elongaré mis ebúrneas alas
para envolverte
en la longanimidad de un abrazo marfileño,
y serás un cisne negro
sin canto postrero
en la matriz del universo,
y serás un hontanar de poesía
en el roquedal de mis huesos.

Éste será nuestro mesmerismo de amor en la hipófisis hipnosis del beso.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

sábado, 21 de noviembre de 2009


No podrá la Muerte profanar nuestros votos sagrados
en el sacramento del Amor,
rito de iniciación al que nos consagramos
y única religión que profesamos con verdadera y tierna devoción,
y si su fría mano osara arrancar el escapulario de tu pecho,
helándote el corazón,
juro por Dios que se la cortaría
y huiríamos hasta donde nos llevaran nuestros pies
como forajidos
sin otro techo más que las estrellas,
felices en la clandestinidad del beso.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 19 de noviembre de 2009


Me abanicas con alas de libélula
cuando el esplín se contonea en serpentinas de fuego
por la cúpula del sueño,
y ya no temo a la tristeza,
porque la conozco y no es tan fiera,
y si antaño fue enemiga,
hoy es fiel compañera.

¿Quién dijo que del carillón de la lengua sólo salen gritos perdularios?

Me abrazas sin reservas
con la umbilical caricia del llanto
de un bebé recién nacido
–letífico vagido para mis oídos–
y renazco convertido en un poema-paloma-amapola
en el útero de tus versos,
dentro de una imponente esfera.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

martes, 17 de noviembre de 2009


No es la noche lo que temo,
pues en la noche nada veo;
es el día
con sus rayos que fulminan
y su luz que aviva lo que antes parecía muerto
lo que de verdad me atemoriza.

¿Por qué, Febo, reanimas toda vida
con tus próvidas caricias
y no brindas tu salutífero calor
a quien yo más quiero
y de ti más necesita?

En la oscuridad de la noche te presiento
y te acaricio entre los velos del sueño,
sombra macilenta,
mas en la claridad del día tu ausencia me lastima,
luz mortecina,
y me sangra lacerantes estigmas.

No hay candelabro que alumbre
ni palmatoria que ilumine
los lóbregos pasillos de este Palacio de Infierno Invierno.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 12 de noviembre de 2009


Cuenta la leyenda que en los bosques de Asturias habitaba una dríada que dormía al pie de un sauce centenario, donde antaño fumara a escondidas su abuelo, y que hacía de las aguas cantarinas del arroyo su solaz y su remanso.

…que la primavera glaseaba su vientre almendrado con el polen de las flores y la miel de las colmenas, y que el Céfiro, con su caricia montaraz, arrebolaba sus pálidas mejillas con afeites de jazmín, sándalo y cedro.

…que la brisa floral acicalaba su bruna cabellera con una jícara de besos, y que sus labios tenían el dulce sabor de la cereza molida en un almirez de enebro.

…que el espíritu del bosque flameaba relámpagos undívagos cuando el amor coruscaba amapolas en el retablo de sus pupilas, encendiendo el candil de las estrellas, y que los faunos danzaban al compás de sus latidos tocando el crótalo y la flauta travesera.

…que después de cada lluvia, amanecía trémula como un pétalo, perlada de néctar y rocío, y nimbada por una nube de abejas zangolotinas.

…que cuando entonaba romanzas, una bandada de pájaros surcaba el cielo de sus ojos, erizando sus pestañas de híspidos manojos.

…que las arañas le tejían brocados y volantes con sus ruecas sedeñas, y que recamaban sus vestes con hilos de seda, como un telar de laboriosas hilanderas.

…que las cigüeñas colgaban sus nidos en el almiar de sus manos, y que los polluelos piaban al unísono como un corifeo, crotorando.

…que amansaba una jauría de lobos con la suavidad de sus dedos, y que al acariciarles el lomo, sin miedo, le lamían dóciles como corderos.

…que los árboles chasqueaban sus ramas y tapizaban el suelo de bayas y hojas secas para alfombrar sus pisadas, y que entonces, el ocre del otoño crujía bajo sus pies descalzos, como escarcha, y el rumor de su falda estampaba flores en la tierra árida.

…que su piel nívea suspiraba requiebros y ternezas cuando la hiedra invasora le trepaba por el pecho, y que, con ojos somnolientos, exponía su cuello místico al silbo de la floresta, que le susurraba jilgueros en el tresillo de la oreja y le trenzaba fractales de helechos en el pelo.

…que cuando anochecía, se bañaba desnuda en los rayos de la luna, y que al querer tocar su reflejo en el agua, el hechizo se desvanecía.

Cuenta la leyenda que aquesta dríada llamábase Sara, maguer los pastores, en sus églogas, la conocían como Ayalga, la ninfa asturiana.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

martes, 10 de noviembre de 2009


En la glorieta de la aurora
hay un paisaje de paraguas pelados por el viento,
unos arrojados en papeleras,
otros azotados por la lluvia, sin clemencia,
todos ellos esculturas de varillas herrumbrosas,
–como retorcidas por las manos de un Chillida o de un Oteiza–,
diseminados al albur por las aceras
en un mar de asfalto con charcos de aro iris.

No penetra esta luz macilenta en los raídos trajes de las nubes,
y llueve cera.

Tengo un glosario de besos
prestos para el escolio de los labios.
¿Querrás leer mi crestomatía de lenguas?

Mi corazón está propincuo a la alborada del verso.
Mátame y náceme dentro.
Te espero.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

domingo, 8 de noviembre de 2009


Si me besas, seré rocío para tu hierba;
y para tus ojos soñadores, fúlgido columpio de estrellas.
Si me abrazas, seré tu Acantilado de musgo y tu Faro en la niebla.
Si me enamoras, seré alfaguara de versos y surtidor de poemas.
Y si me amas…

Si me amas seré lo que tú quieras que sea –hiedra, liquen, falena–,
y lo seré hasta que muera.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 6 de noviembre de 2009


El agua de las fuentes mana roja como las fauces de una loba,
y en la cueva de Montesinos no hay más milagro que esta estúpida roca.

He navegado océanos verdes en tus ojos de ágata
con el jeroglífico de la luna
zurciendo velas
en la pupila de mi barca.

Quiero enjaezar crines de besos en tus guedejas de azabache
mientras el relente espolea la grupa de la noche
y el amor escancia versos en la cópula de vino.

Feliz melopea la de esta saturnal de sangre y rosas
donde el aprensivo yugo del olfato muerde (c)ostras.

Vienes desnuda como el invierno,
con los pezones hermoseados de escarcha
y un cielo bordado en el pecho
–aterida de frío, como una estrella en la noche, sin aliento, sin abrigo–,
pero mi piel es para tu piel una capa de armiño,
y en mis brazos, ramas de abedul, hallarás siempre cobijo.

Te veo.
Ya estás aquí.
Eres un copo de nieve en la yema de mi dedo,
y te lamo,
te lamo porque te quiero.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

miércoles, 4 de noviembre de 2009



Es tu mano entre mis piernas que me hacen marea viva,
febril la vegetación que reverbera en la ofensiva de mis ingles
al saciar cada pliegue la piel se vuelve salina atenuada.
'Urdo un nuevo combate en tu espalda', Sara Álvarez


Son mis manos un velero que navega por tu cuerpo
al auspicio de las olas, a estribor y barlovento,
y mis dedos, diestras jarcias,
se hacen agua en la orilla de tu sexo.

Es mi lengua el áncora que amarra tempestades
en la ofensiva de tus ingles
con la fálica prestancia del orgasmo,
y tu voz de caracola, mar de algas,
gime plancton y canta jarchas
como acúfenos de plata
en acuíferos de agua salada.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

domingo, 1 de noviembre de 2009



sakura sakura
yayoi no sora wa
miwatasu kagiri

Flores del cerezo, flores del cerezo:
A través del cielo de la primavera.
Tan lejos como puedas ver.
Sakura Sakura’, canción folclórica japonesa


No muere, Amor, el alma,
muere sólo la materia,
que el alma al cuerpo lo trasciende,
y a la materia, efímera, renueva,
como la flor del cerezo
en vísperas de primavera.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.