Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

sábado, 3 de marzo de 2012



Izó la lluvia con su estandarte de estrellas. En lo alto, la luna rielaba como un paraguas tachonado de perlas o un azucarero manirroto, y las gotas de un azul celeste, translúcido, casi hialino, pendían en meridianos de seda. El Céfiro despeinaba los árboles, y Calíope abanderaba ráfagas de té. ¡Qué inmenso era el oleaje del cielo visto a través del ojo de un alfiler! ¡Cuántas galaxias derramadas sobre el hombro saledizo de la noche! Se hubiera dicho que una araña hiperbólica tejía redes de lluvia sobre aquella ciudad lampiña, volteada de sombras. Y sin embargo, no había paz en la tormenta ni magia en el sombrero; tan sólo un agujero que daba la vuelta al bolsillo desprovisto de cuña y troquel. ¿Cómo, pues, tintineaban los besos allá en la acera y los semáforos bizqueaban ahítos de limón? ¿Qué fue de aquel sol de la infancia, pájaro de miel que anida en la tormenta, tronera donde aúlla el viento?

Para aquella chica de tez de calostro, el tiempo transcurría silente, ampuloso, ligeramente amanerado. Un mohín biselaba el relieve de sus labios dándoles un aire satisfecho; y sus ojos, de tan risueños, parecían dos rayas negras peinadas al albur. Liviana como un pálpito –y acaso igual de incierta–, tenía la expresión lisonjera del ciempiés y la apostura de una cariátide tamizada por la arena. Sus manos apenas sostenían la balanza del viento, y en los dedos de los pies le cosquilleaba una canción. El cabello, húmedo y fosco, ondeaba sin compás, como el dragón que serpentea albores en una hélice de fuego. Sólo un ganso o un faisán habría adivinado el caudal de su simiente.

Ninguna voz rugió como la escarcha ni hubo corrillo en el soportal; tan sólo silencio, un silencio terco y pertinaz, como el que precede al trueno que lagrimea relámpagos, a intervalos de cebra. Porque siempre supo que soñar era como contar estrellas en la noche. Indescriptible. Interminable. Un universo aleatorio. Una moneda lanzada al aire.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

*Este relato es fruto de la colaboración con la ilustradora Clara Varela, y se enmarca dentro del proyecto coral Escríbeme una ilustraciónhttp://escribemeunailustracion.blogspot.com/.