Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

viernes, 9 de mayo de 2014











Las estrellas son mares de tiempo enfermos de luz,
cadáveres que flotan en la oscuridad inconsútil
como una obra inacabada en busca de autor.

–las estrellas son osarios hostigados por el torpor
de tantas noches bohemias, túmulos sedientos
de una furia carmesí– 

¿Cómo puede una vida humana servir de medida de tiempo?
Si el pasado es una ínsula oteada en la distancia,
un piélago desmembrado de voces y péndulos;
el pasado es otro planeta.

Y el cielo abovedado recapacita en su grisura
mucilaginosa que no hay árboles que aplomen
tanto desdén ni pilastras que sostengan
esta angosta mocedad donde bulle la carcoma
con todos sus huéspedes.

¿Qué fue de los cometas y sus profecías,
de esas luengas colas refulgentes
donde solíamos atisbar una catástrofe
o un mal inminente?

Tus dedos arrullan mi boca
apenas pronunciada en baja voz
con el silencio ungular de las lúnulas mordientes;
y un labio andariego de pronto dice basta,
no a este almirez de besos molidos
por la fascinación de lo prohibido.

Fetal y ovillado,
como estrella sin puntas o flecos,
quise cerrar los ojos
para adentrarme en la noche inmanente
de tu vientre sahumado
y allí donde estaba tu corazón
sólo escuché el débil eco de una gaviota
en alguna lejana playa
de un más lejano continente.

Busqué la degradación más abyecta
en las fauces de la soledad
y me volví sombra esquiva y astillada.

El amor es un clamor que hace estallar la cabeza.

Te amo con la usura de los días venideros,
con los ojos hinchados y el labio partido
de tanto pelearme contra el destino,
con la necedad del que ama
sin saber que el amor es un engaño,
un subterfugio bien urdido,
o el traidor arrojado a la Tarpeya.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.