Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

martes, 20 de octubre de 2015

La soledad es un espacio desordenado de palabras
donde el otoño compone, a tientas, tu nombre,
hoja a hoja, letra a letra,
bajo la atenta rádula del sol.

Como un hombro descalzo de pájaros
o un breve despertar del corazón.
Es el azar y su tejido disyuntivo –esto otro o aquello–
el que alumbra abecedarios de sangre en la nieve.
Yo tengo una pierna breve,
y tú un sordo laúd en la maleta,
y entre ambos, un silencio políglota
arrecia como un sueño interrumpido.
El viento enmudece en potestad
la coda torácica del otoño
con su inmarcesible romería
de hojas secas,
y de tus pies discretos
se infiere
la botánica del vuelo.

Tú eres el tren que nunca espera,
la sal en la lengua derretida,
y yo soy una tundra descreída
de su tenue piel de caucho.

Pero amor,
¡qué enfermedad tan cruda sostiene tus rieles!

No he podido olvidar
la canción impune de tus ojos,
su memorial de rayos oxidados
y ese azúcar de perros blancos
que es tu tristeza recidiva,
sin istmos, sin contornos,
ni siquiera cuando el silencio larval
me imponía su oruga draconiana.

Tu boca, al acercarme,
es como un ruido orgánico
que no deja de golpearme
en la vesícula, y no me llega
el tiempo de morir
a los pulmones.

Así te me apareces,
luna pálida de agosto,
como un orzuelo de luz
detenido
en la aleta del párpado,
tan próximo al sueño
que ya te he soñado.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.