Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

domingo, 12 de octubre de 2014











Yo subí a Montmartre con pies tumultuosos
y recorrí una mañana de domingo
el cementerio de Père-Lachaise.

Como una gárgola de Notre Dame
que otea el suelo adoquinado
o una noria en las Tullerías
que voltea el color del mismo cielo,
sentí su vértigo y su mareo
y ya nunca me bajé de aquel fragor.

París es un mausoleo de chicles
y barras de labios y besos de Doisneau.
París es una lápida invadida por el musgo,
una vidriera gótica, una cúpula dorada,
un mosaico de Space Invaders
o el sombrero rojo de To Loose Lautrec.
París es el mercado de las flores
en la Île de la Cité.

París es la ciudad de los puentes y los candados,
de los artistas callejeros,
de Pigalle y sus noches carmesí,
con el Moulin Rouge y esas aspas descaradas
que nunca dejan de danzar
partiendo el bullicio concupiscente
en lúbricas caricias e impúdicas miradas.

París es un trago insaciable de absenta,
desfallecer con el síndrome de Stendhal,
la bohemia del poeta y la paleta del pintor.

París es el puente Alejandro III
y el Sena con todos sus bateaux.

París es un cuarteto de cuerda en la Place des Vosges
o un músico ambulante en las escaleras del Sacré Coeur.
París es la historia esculpida en miríadas de gotas
por los dragones alados de la Fontaine Saint-Michel.
París es un día de lluvia que florece bajo la piel
como un aguacero que te moja las costuras del alma.
París es esa ciudad donde cualquier cosa puede ocurrir y ocurre.
París es la ciudad de los milagros,
y yo estuve allí.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.