Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

martes, 30 de junio de 2015

No sé qué nombre tiene el aire
que encoge en la vecindad de tus muslos,
si es albatros o azor,
ataurique o acromion,
o acaso un verde más políglota,
pero para mí lo quiero yo aspirar.

Y a veces ocurre
que la nieve cae en la boca
como un rojo azucarillo
o una música derretida de peces
y que las estrellas compungidas
lloran a la luz incompleta de los muertos
como un postigo abierto a la lluvia
o un pájaro astillado de sombras.

A veces todos quisiéramos ser otros
y biselar el delicado párpado del sueño
con el plomizo retumbo de las áncoras
o la oquedad sensitiva de una rodilla
doblada a la sinergia de su cuña
y maniatar, sí, maniatar
la vidriosa afonía del beso
con todos sus blancos sabáticos
y sus bisiestos desmayados.

A veces el álgebra valiente de los faros
desafía a la lluvia insubordinada
como un craso epitalamio
que acanala su felino instinto
en una soledad sin brillo
o en un idioma de zánganos,
y mientras esa lluvia in-continente nos trepana
con su inagotable tracería manuelina
y su dócil silabario de cofrade,
un mar enfundado en añiles onomásticos
arponea la industriosa maraña del pesquero
y el gris acárido de la ballena
repica su mostaza sobre nuestras algas
como un amuleto de hormigas negras
o un clítoris mutilado por la rabia.

A veces el mar es la indefinición de unos ojos
capitulados por el miedo, la resonancia límbica
de dos ombligos unidos por un mismo tabú,
el apéndice venial del cuarto oscuro
o la piel huidiza del agua que ondea su rostro undívago;
algo que existe sin ser ni ser visto.

Inaprensible/Incognoscible/Irreal.

Y a veces ocurre que el sol se inflama tanto
y arde tanto en esteroides
que estrangula al aire fúsil
como un león rampante y pantagruélico,
con sus rubias guedejas explayadas
sobre el friso heráldico de su linaje,
y no hay zarpazo que blasone
ni rugido que someta
a la fiera circunscrita a tu presencia.

A veces yo quisiera dis-traerte, azulocéano,
a este mundo desistido de colores
como un edificio que se desploma
piedra a piedra,
ladrillo a ladrillo,
cachalote en cascotes devenido,
y pigmentar todas tus ventanas
–sin vistas, sin nubes, sin polígrafos–
con algo parecido a la sangre
que gotea de mi nariz
como un embrión desvestido de vitelo
o polvo de cantárida.

Y entonces ocurre que me rebullo en la tristeza,
yo, ectoplasma de órbitas irregulares,
sombra postiza y ortopédica
que siembra surcos áridos en la cosecha
para atraer manantiales de cuervos,
y el tiempo empecinado se me llena de gazpachos,
y es el amor la lluvia póstuma de todos los que se fueron
y son sus dedos de azúcar el pie vendado de nuestro cautiverio.

Porque sé que es imposible hacerte piel, voz, cuerpo, olvido,
yo te acaricio y te hablo y te abrazo y te mimo,
y cuando siento que ya no estás, que te has ido
–adiós a mi aleta caudal, adiós a mi impar monosílabo–,
entonces en tu nuca me acuno y me arrodillo
y bebo de tus manos ríos agros,
y por fin soy yo, más tuyo que mío.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 26 de junio de 2015

Como los números de teléfono
de las películas americanas
que empiezan por el prefijo 555,
o los códigos postales de los concursos televisivos,
que siempre son palíndromo,
hay algo circular y repetitivo
en el vivir.

Los años me han enseñado
que en esta vida todo es cíclico,
que todo vuelve y todo se repite
en un bucle infinito,
así como el tonel de las danaides
o el mito de Sísifo,
que la piedra con la que tropezaste
será la china en tu zapato,
que el escupitajo que lanzaste al aire
caerá sobre tu cara
y que el agua que no bebiste de joven
saciará tu sed de anciano,
pero aquel tren que dejaste pasar
hace tantos años, aquel tren
nunca volverá
para llevarte a su estación fantasma.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

miércoles, 24 de junio de 2015

Yo sé del vacío musical que deja el beso
en la tibia comisura de una lágrima
y de esa luz que, indecisa, pestañea
en la plica afortunada de unos labios
sellados por el lacre más salino
y el más acre marchamo.

Yo sé de esa ortiga áspera que es tu voz
cuando restriega sarpullidos por mi torpe piel de hiedra,
y del pálpito otoñal que desbraza árboles y huertas
con un grito más audible que el color de los patios cordobeses
cuando en mayo se engalanan de festones y macetas.

Yo sé de las noches alófonas
que se retuercen en mudos escarceos
y de las estrellas híbridas de pencas
que giran sin contornos, precintos o vitelas
en una ingravidez tumultuosa,
como chatarra espacial.

Yo sé del grave acento de la lluvia
cuando destiñe los calcetines de los perros
y las patas numismáticas desparejan una a una sus pezuñas
en una tristeza reciclable
y los charcos vitorean su impoluta suciedad
en lunas acrescentes y en postales sin señas ni membrete
y la hierba simula un verde más austero.

Yo sé del sincretismo animal
de las lenguas que se retan y aparean
en una jerga de reptiles y equinoccios
y de las nubes que mudan su ebúrnea cabellera
por una mirilla más pluviosa,
y de la coda presumible,
y del rebalaje achampanado,
y de la crestomatía de corales
que trae aparejada consigo la marea cuando sube
y tu cintura evade y vadea con una verónica torera
el rojo taurino de la canícula.

Yo no sé nada,
pero sé cómo abrazarte
para que tengas menos frío,
y sé cómo besarte la boca
para decirte "te quiero,
no me olvides"
en tu mismo idioma,
que es también el mío.

¿Qué será de tu Faro y de mi estrella sigilosa?
¿Qué será de lo que somos y de lo que fuimos?
No lo sé.
Nunca lo he sabido.
Tal vez tu Faro y mi estrella nunca brillen juntos,
o tal vez por siempre juntos enmudezcan.
Nunca, siempre; luz, oscuridad; vida, muerte.
Quién sabe, si el ser es dicotómico
y el estar –aquí, ahora, ausente– es breve epifanía.
Si al final será lo que tenga que ser;
sea, pues, ahora, suerte mía.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

martes, 23 de junio de 2015

¿Puedes oír el estallido incoloro del relámpago
en el tuétano amanerado de una avispa,
su aleación de quark, espalto y napalm
y su calambre prodigioso de gaviotas,
o cómo tremola la prolija arquitectura de la araña
en la acidez de una uva pasa?

Es el pronombre gutural de la vihuela,
son los truenos que arden sin carisma ni mofletes rojos
en un sueño emulsionado de lampreas
o en el cloroformo apaisado de esas nubes
que adormecen el párvulo horizonte
con su carótida renuente al sangrado
y un funambulismo de gorriones.

–o tal vez sea la pereza de una lágrima que se resiste a caer sin ser vista–

Ya está aquí la voz acalorada del tentáculo
con su indulgencia de caníbales y ostras,
el cielo impostor,
el amago negruzco de la sepia,
la edad limítrofe de los cartílagos
y esa venérea inclinación por las marismas
que sienten los cuerpos refulgentes del membrillo
con sus vísceras regurgitadas
y el sonoro relincho de las próstatas enfermas.

Se nos cruzó una tanqueta
en mitad del intestino
con el labio enfurecido
y un escupitajo simpatético,
y a la luz esterilizada del miope
deambuló por toda la alambrada
sin una percha de compañerismo
o un bidón lleno de esperma.

Ayer cantábamos una canción desenfocada
a la parda tonadilla del verano
cuando la música se nos hizo aguanieve en los labios,
y desde entonces el viento no ha dejado de silbarnos.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 5 de junio de 2015








Saludos a todos. La entrada de hoy no es un poema, pero es sí es poesía, en su más amplio sentido. Hoy os voy a hablar de un proyecto modesto, sí, pero también ambicioso que he decidido acometer en solitario, a la espera de que alguien más se me una. Quería invitaros a todos los que me seguís (Taty, Mariano, Marisol, Liz, Cita, etc.)  al Foro de Poesía El Parnasillo, y digo el foro, no mi foro, porque mi intención y mi deseo es que sea el foro de todos, que todos os sintáis en libertad de expresar vuestras ideas y pensamientos sin ningún tipo de censura o cortapisa más allá de las que imponen el respeto y el sentido común. 

Sin más preámbulos, aquí tenéis la dirección del foro: http://elparnasillo.foroactivo.com/

Confío en que sea de vuestro agrado. Recordad que aún está en fase de construcción. Estaría encantado de que participarais y de que me dierais vuestras sugerencias, porque este foro lo podemos hacer entre todos. Ésa es la idea.

Gracias por vuestra atención. Os estaré esperando allí.

Óscar Bartolomé Poy

miércoles, 3 de junio de 2015

Y ése que dicen que soy yo
no soy yo
ni es nadie
que tú conozcas
o debas conocer,
una sombra deshabitada, tal vez,
o un árbol feo y mutilado
o un dios harapiento,
o puede que un juramento roto y vencido.
Olvídate de él,
si es que alguna vez lo amaste.
Es vano llamar de tú o de usted
a lo que no tiene nombre
ni nació para ser nombrado.
Por más que te empeñes,
lo que nunca fue
no habrá de ser.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.