Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

miércoles, 29 de junio de 2016

Hoy tus ojos me dicen adiós sin decirlo,
y lloras como quien dice que llora
porque se le ha metido algo en el ojo
–pero tú y yo sabemos que es una mentira
que te dices para hacerte la valiente–.
Ya nada quiero saber de tus besos,
de esos besos que me saben a hiel y mercromina,
ni saber quiero más del mecanismo ausente de tu voz,
aquel chorro cálido en que con gusto me bañara.
Para mí es tarde incluso para llorarte
–ya ves, yo no necesito hacerme el valiente
para disimular el veredicto injusto que tus lágrimas
arrojan– ahora que sé que te has ido antes de irte
y que lo que tengo ante mí, entre mis brazos amputados,
es el fantasma de aquello que algún día fuiste.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

domingo, 19 de junio de 2016

Y al dormir te apretarás contra mí como una perra enferma.
Jaime Gil de Biedma

Como un lobo solitario que se atrinchera
en la estepa o el maullido triste de un gato,
yo te amé. Como una luz que nunca cicatriza
o un relámpago al que arrancaran uno a uno
los pétalos o una astilla clavada en la córnea.
Yo te amé. Y no hubo oración más fervorosa
que mis manos a las tuyas sosteniendo
o el aliento usurpado a cualquier muerte.
Años después dejó de helar en mi país
de nieves perpetuas, y mis árboles,
aquellos árboles que tú plantaste
con uñas hábiles de tierra
en áridos umbrales, extrañaron
el frío calor de tus pájaros de invierno.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 16 de junio de 2016

Mira cómo arden sus barcos en mi pábilo.
La memoria es un tálamo cruel
que aplaca la ingravidez
de los horarios
y el ciclo amargo del agua.
¿Para qué alterar los vértices
inconcusos
si el ave ablanda las alturas
y el río no extirpa sus relieves ácidos?
Como un geómetra de espadas, yo te hiero
en la voz y en la palabra
y tú transmutas
el orden secuencial de las galaxias
en tejidos de un rojo caníbal
que luego redondeas con las aspas furiosas
del tiempo
para maniobrar un infinito más audible.

Así tu carne se abre, excéntrica tirita, a la fina lámina
del beso y el filo descalza su pura inocencia
en tajos de sal y limón que la terca luz no exilia
a su sangre indolora.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 13 de junio de 2016

Eran
sus lágrimas vivas
cenceñas palomas
y delicadas
que se resistían a morir
con el último naufragio.

Eran
de luz
sus labios silábicos,
y a oscuras
en mi espigón
encallaron.

Dicen que ya nadie muere de tristeza,
pero tú lo hiciste. Te moriste.
Y fue mi amor tu último hábito.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 10 de junio de 2016

Arroja a lo innoble de este orgasmo
tu ahumada piel de salamandra
y escóndete detrás de mis latidos
como una luz preñada de esporas.
Aquí, en mi arbórea garganta,
la lejanía se comprime sola
en píldoras
de un azul indecoroso, y las batallas
libradas al silencio
se pierden donde la sangre circula su verdad
en pértigas doradas. Has donado
los tiempos impersonales del verbo
con todas sus capillas verdes
a una deidad más austera, más doliente,
y ahora no te quedan equinoccios
que restregarme ni picaduras de araña. La lengua
arde desbocada como un caballo blanco en llamas
que galopa directo hacia el infinito adiós
del marfil de su mirada
o tal vez hacia el mismo mar
donde descansan, inconclusas, tus cenizas.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.