Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

domingo, 10 de junio de 2012

Los poros del agua












Observo triste cómo cristaliza el perfil
de las olas contra el bajel del ocaso.

Y me doy cuenta de que ya no quedan faros
en las cuencas de la piel ni arena
en los poros del agua.

Cuántas danzas perdieron su virtud.
Cuántas uñas se doblaron a la música
sin un solo bocado.

Amanece una noche en la plástica del fuego.
Qué lenta discurre la hojarasca
cuando no hay recuerdos que zurcir
a un ojo desportillado.

Tu grito es más largo que una membrana
de murciélago y retumba en la tormenta.
Así me atemoriza.

La luz me mira de soslayo
con su silbido de franela
y un furor desatinado.
A veces imagino que esa luz
tan persistente
es un diente de leche
clavado en la encía del sol.

Todas las aves
saben que la felicidad es siempre
una estación de paso
o un vado entre dos ríos.

–un puente de vocales,
una primavera de pavesas–

La nieve se derrite bajo mis pies
como ese sol que muere entre tus manos.
Un bebé ahogado,
una sinfonía del dolor,
un lamento prolongado.
La honestidad de la herida.

¿Qué sombra despedazó mi nuez?
¿Qué sombrero atenuó la espera de una hoja
desgajada de su tallo?

De tu boca de aljibe
mana un ciclamen de besos
y caricias sin remiendo,
miríadas de estrellas disecadas,
el jinete clandestino de la muerte
y el susurro del juncal.

–la fertilidad de los ojos que arrinconan el miedo
en un pliegue de sueño–

Si todo fue ya escrito,
dime ¿cómo acuden a mí nuevas palabras?
Te he puesto tantos nombres
que me he olvidado de llamarte
–pero yo sé que te llamas Amor–

Dibujaba en un banco junto al mar
mares de otros mundos
de un azul celeste, impecable,
y cielos dragados sin nubes
esperando quién sabe qué corsario.
Luego arrancaba las hojas del cuaderno
y las hacía girar en el viento,
como peonzas.

Sus dedos olían a mañana
y a mandarina y me acariciaban el lóbulo
de la oreja como si quisieran pedirme un deseo
o regalarme una moneda.

Y mi boca era para ella una fuente mágica.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

6 comentarios:

Ío
10 de junio de 2012, 22:44

Y no encuentro palabras que le hagan justicia a este poema, Óscar, parece que todas se me quedaran minúsculas, o que fueran transparentes, incapaces de ponerse a la altura de su belleza.
Magnífico, desde el primero al último de sus versos, en su tristeza e intimidad.
Es hermoso volver a leerte, que ya estuve aquí, pero en silencio.
Abrazos

Ío

Tatiana Aguilera
11 de junio de 2012, 15:01

Comparto la opinión de mi querida Ío. Contigo, a veces siento que las palabras no me conducen al sentir interno, simplemente, ante tu maestría el respeto de una obra de arte.
Un abrazo Óscar.

ÍndigoHorizonte
17 de junio de 2012, 13:51

Mi querida amiga Taty me trajo hasta aquí. Este es el primer poema que te leo, y siento luz y nostalgia y un no sé qué que balbuce... Te dejo un pedacito de añil. Saludos, Óscar.

Anónimo dijo...
20 de junio de 2012, 10:48

Buenas óscar. De casualidad he dado con tu blog y lo primero que han leído mis ojos es la dedicatoria y la razón por la que creaste el blog, me he quedado sin palabras y dice mucho de tí. Nadie se va mientras les recordemos. Desde algún faro, ella te observará o tal vez desde los poros del agua que contempla desde el faro, su faro.

Un saludo.

Óscar
20 de junio de 2012, 11:54

Gracias a todos por vuestros comentarios. Ahora que publico con menos asiduidad, son tanto más valorados. Gracias a Taty por su fidelidad inquebrantable, y a Ío por seguir ahí, cercana. A los que habéis llegado hasta aquí por vez primera, ya sea por recomendación o por simple azar, mi más sentido agradecimiento.

Saludos.

Anna Francisca Rodas Iglesias
25 de junio de 2012, 20:42

Disfruté este discurrir de maravillosa poesía.

Un gran abrazo,

Anna Francisca

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