Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

viernes, 13 de julio de 2012

En los raigones de la carne















Pájaros, ilustración de Rubén Martínez

Cuando muriese, no sería su fin. Sería el fin del mundo.
Cosmópolis, Don DeLillo


¿Sabías que un lápiz puede dibujar una línea recta de hasta 56 km?
Imagínate un poema que enfile desde mi puerta a tu casa,
como esas líneas que muestran el camino de salida del laberinto
–el ovillo de Ariadna–
o la llave que abre las siete puertas de Tebas.
Asfaltaría una nube con tu nombre y te cobraría una sonrisa
por todo peaje. No me digas, no, que soy tan avaro como Caronte.

Para cada persona hay una canción.
La tuya es una lluvia invertebrada,
el rímel de pétalos que descorren mil lágrimas,
la levadura inmarcesible del sol; la mía,
la mía es una flora antojadiza,
una lluvia estacionaria, la anatomía
del poliedro, la coda disoluta del caimán.

Nunca estuviste aquí,
pero yo te veo en todas partes:
en cada brizna de sol,
en cada pliegue del agua,
en cada cenefa de espuma,
en la brisa salobre que rocía mi cara,
en las rocas salientes,
en las islas brumosas,
en las hojas marchitas,
en las barcas varadas,
en los dedos del viento
que con tanta prestancia
rastrillan mis cabellos.

El mundo no acabó contigo,
pero mi mundo acaba en ti.
Finisterre.

Lo sé.
Siempre lo supe.
Tú eres el cielo enjalbegado de nubes,
el mar estarcido de estrellas,
la punta del iceberg donde naufragan todos mis versos.

–y mis palabras caen a chorro
como aldabas afónicas
o rayos inertes de un sol cianótico,
y mis pies se mueven
y la Tierra se mueve con mis pies
cada vez que tus hombros pestañean–

Te amaré en los raigones de la carne,
en los médanos del sexo,
en el bisbiseo disoluto de los labios
y en el mar coagulado de esperma.

Te amaré allí donde rechina el silencio
y crascita el orgasmo como la sombra
de un pájaro ciego.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

1 comentarios:

Ío
24 de julio de 2012, 13:47

Que bello, Óscar, y triste, como si fuera una oración, a ella, un darte siempre y para siempre.

"El mundo no acabó contigo,
pero mi mundo acaba en ti.
Finisterre."

"Te amaré allí donde rechina el silencio
y crascita el orgasmo como la sombra
de un pájaro ciego."

Destaco estos versos, por no destacarlos todos, pues el poema es magnífico.
Gracias por tu poesía.
Abrazos

Ío

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