Ahora te siento como un corte delicado y silencioso
en el delta de mis cedros, pero ¿llegará el día
en que te sienta como un rasguño inocuo
que puedes mirar sin que te duela?
El amor es una mentira
tantas veces repetida
que nos la hemos llegado a creer,
y cómo bramamos y blasfemamos
y nos mesamos los cabellos
cuando nos la afea la verdad
con su insolente descaro.
Ella vivía en el eco de una aguja
y no le asustaban las arañas
de largas patas y alegre caminar.
Tu cabello trae el aroma de la tempestad
impelido por un resorte de niebla
sin la afectación de los cíngulos
o el agudo crepitar de la borrasca.
Y yo te miro con los ojos lluvianos de lágrimas
y el frío acristalándome los huesos,
tan entibiado de nostalgia y desvaído
que me tiritan las líneas fugitivas de las manos.
¿Cómo podrás escribir tan largos inviernos en el capitel
mi galaxia? Contemplo el índigo promiscuo del horizonte
que orla nimbos como una paloma cenceña
y sofocada, así como tú me enseñaste a amar,
con la desambiguación de los sentidos
y los labios desprovistos de semántica.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.