Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

viernes, 13 de marzo de 2015

Sidereus nuncius











Te adiviné en la niebla del tiempo
como un astrónomo adivina la presencia
de un Júpiter caliente, a través
de una pequeña fluctuación en el espectro
lumínico de una estrella –efecto Doppler–,
y desde entonces no he dejado de bailar
en tu órbita.

Fuiste el metal más precioso forjado en el crisol de una estrella,
la gravedad cuántica de las partículas subatómicas, el espín
y la incertidumbre de su principio, la lemniscata de Bernoulli
–un ocho tumbado, un óvalo de Cassini o un analema–, el cero
y su constante cosmológica, un universo improbable que
desde su frágil nacimiento estuvo condenado a la extinción.

Fuiste una burbuja en la espuma primigenia del océano,
una luz tan lejana como la más lejana de las luces
que titilan en el cielo.
–Y aún más–

Fuiste una intrincada flor mecánica que abre sus pétalos
de fuego a los confines más remotos del universo,
una firma de luz –la más rutilante y diáfana–
en el palimpsesto cósmico.

Fuiste y eres esa ley física
–segunda ley de la termodinámica–
que auspicia la entropía y el origen de los mundos,
su homogeneidad y su isotropía, y su eclosión
de la nada más densa y opaca y caliente
–cuando tú y yo y todo el universo conocido
con sus infinitas posibilidades
cabíamos en la cabeza de un alfiler,
sin espacio, materia o cronología–,
esa ley y esa singularidad cósmica que todos conocen
y que nadie ha sido capaz de explicar.

Tú,
que me amaste como un cometa
surgido de las frías honduras del espacio,
allende el cinturón de Kuiper,
o una diosa inuit –Sedna–,
y yo,
que te amé como una nube impaciente
de lluvia o una lluvia entramada de enigmas
o los mil soles de un parhelio,
juntos escribimos un prontuario de nostalgia
en nuestra deriva continental.

Porque eres semillero de estrellas, girándula
de una galaxia espiral, pestaña de luz
en la pupila alucinada de la noche, y recordarte
es como contemplar el espacio, una mirada
hacia atrás en el tiempo, o la continuidad
de tu tiempo en mi espacio, por todo ello
te quiero y te recuerdo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

1 comentarios:

Tatiana Aguilera
14 de marzo de 2015, 0:33

Fue y es todo aquello y tanto más. Estela sutil que todo lo cubre con su espectro de vida. Era y fue una pupila de luz infinita.
Hermoso poeta. Hermoso.
Un abrazo para ti Óscar.

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