Vino a mí
Vino a mí
con las manos vacías
de besos
y el carmín apelmazado
de los ángeles.
Me tendió su risa
cabalística, siempre
amable, y yo no supe cómo
doblarle las corazonadas.
Luego nos alejamos, cada pie
con su pisada, y ya no
volvimos a encontrarnos
hasta que la voz, su
voz amarillo de cadmio,
se hizo tarde
a mi torpe caminar,
caminar torpe, lento
y despeinado.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
con las manos vacías
de besos
y el carmín apelmazado
de los ángeles.
Me tendió su risa
cabalística, siempre
amable, y yo no supe cómo
doblarle las corazonadas.
Luego nos alejamos, cada pie
con su pisada, y ya no
volvimos a encontrarnos
hasta que la voz, su
voz amarillo de cadmio,
se hizo tarde
a mi torpe caminar,
caminar torpe, lento
y despeinado.
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