El beso
Te acercas lentamente. Oyes su respiración, sus latidos, su aliento entrecortado. Y esa arteria que palpita –bum, bum– en el cuello, tan fuerte que parece que va a salírsele el corazón por la boca. Nunca has oído una melodía más delicada y, al mismo tiempo, atronadora. A este lado del río el deseo lo oscurece todo. ¿Acaso es amor? Embriaguez. No hay más de una palabra de separación entre vosotros. No hay aire que separe vuestros cuerpos. Utopía. Qué estrechez la de estas pieles zurcidas de deseo, la de estos pechos torneados por el sol. Qué angostura la de saberse pluma y céfiro. Y los vellos sin estirpe que se erizan en el antebrazo y debajo del ombligo se atraen como cenizas encantadas que quieren volver a hacerse cuerpo. Traes la sed del vampiro. Ha llegado tu momento. Ahora el amor es un desfiladero anchuroso, el palo más alto de un velero. Cierras los ojos. Sientes la humedad de sus labios en tus labios. Su caricia lasciva. Fuego frío. Muerdes la manzana. Una dentellada de acíbar. Un poso de dolor. Gotitas lúbricas que se deslizan por las comisuras como un delta resacoso y ofuscado en su inquietud. Ya empiezan los temblores. Pequeñas sacudidas como descargas eléctricas y mares luminosos. En las bocas, un rumor de oleaje que tapona los oídos. Algo lacustre y oleoso. Grutas marinas. Carúnculas y pedúnculos carnosos. Anguilas de un océano carmesí. Ondulan los sépalos y los zarcillos verdes en inmensas plantaciones de té, y la luna se refleja, coruscante, en un cuenco de arroz. Rielan las perlas en sus ostras opalinas. Escozor. El salitre que se adhiere a la piel después de un chapuzón escuece. Cuánto sudor. Y piensas que no hay rodillas que aguanten este peso. El silencio es musical. Nunca imaginaste que el silencio pudiera ser tan denso. Y tan hermoso. Este silencio es de una hermosura incomparable, como pasear en góndola por el Gran Canal. Mi Serenísima. Pero todo se acaba, y el mundo lejos de ti es un ruido anómalo. Te pitan los oídos. Abres los ojos. Ella ya no está. Se ha ido. Como el sueño al despertar, se ha ido. Y hasta que no vuelvas a quedarte dormido no volverá.
Si es que vuelve.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
3 comentarios:
A seguir soñando siempre poeta, que con esta forma doblas la mano de la oscura muerte. Ella siempre regresará en el reflejo de la luna, buscando el sabor de tu boca y la belleza de tus versos...Leerte es aprendizaje Óscar.
Un abrazo siempre.
He llegado para girar mi cabeza al susurro del viento oscuro y aún así
- te quiero –.
Tu corazón es el péndulo que mantiene mi ritmo
porque te asomas al banquete metálico de mis sueños
y bebes de mis sombras azules el lánguido brillo de mi nombre.
Me elevas como reina en la noche salvaje con tu rostro de dios nocturno.
con todas las formas del fuego divino
y me arrastras con violencia hacia el mar de las dudas y las delicias.
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-Todo sexo y todo ardor –
en el gemido de una fruta parida.
- Toda sangre y toda sombra –
en las paredes vacías de mi claustro materno
se licuan sobre cárdenas maderas.
Tu olor me envuelve,
tu olor me destroza lentamente,
tu olor frenética tempestad va lacerando la aurora
en mi blanca y sudorosa espalda temblando de deseo.
Tu olor –esa fracción – que deja tú paso
y oculta la intención de vestir mi boca con el calor de tus besos.
Cristina
La noche es mágica o poderosa trituradora de nuestros sueños y anhelos... no dejes de soñar que lo bueno suele repetirse.
Preciosas entrada, te dejo un abrazo.
Hace tiempo atrás no le escribía, aunque suelo leerle en silencio. Siempre ha sido placentero hacerlo.
Sus palabras dan una pincelada al amor de una forma especial con un amor que trasciende en el lector. No sólo por el lenguaje elevado, sino por la delicada forma en que os hace presa de ese sentimiento que lo envuelve en cada letra.
¿Qué es el beso, un toque de erotismo, un cosquilleo de deseo, la punta de un iceberg... ? Para mi, la conexión de todos los sentidos como si fermentara un deseo en los labios del ser amado. Me ha inspirado.
Estimado Óscar, siempre le pienso con gratitud y cariño.
Clavel Rojo
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