Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

jueves, 25 de agosto de 2011

Synsepalum dulcificum


No fue el viento ni el azar
ni el embeleco del peyote.
Ni el crepitar de las horas llanas
en el alféizar de la nuca.
No fue, tampoco, un batiente de lobos
ni una jauría de lágrimas.
Todo se consumió en un puerperio de colores.
El cielo se acuclilló como una luna sin calafate
o un bibelot oriental.
La pupila se adensó en una lubricidad compacta y febril,
dura como el lapislázuli.
Los dedos se ramificaron por el arco de la espalda
en dendritas de estramonio, ondulantes crines de caballo
en un violín de hielo.
Las nubes dibujaron una aleta azul de ultramar
en su piel de faquir, y la lluvia borró los números
escritos en la mano y los tatuajes de dragones japoneses.
Los matices del negro se atornillaron entre sí,
como una lazada estéril o un tragaluz carnoso.
El alfil bajó la cremallera de la duna y la lengua
chasqueó como un buril o un lagarto en el terrario,
estirando su cola larga y prensil, de un verde cilíndrico.
Los fuegos repoblaron las mejillas, tan pálidas
y oleosas que resbalaban por la médula,
y luego vibró una pesquisa en el órgano
con la travesura del clarín.

La rosa se desenroscó las falanges, una a una,
y luego abrió su flor de caramelo al beso candente,
acariciador y disoluto que la acuchillaba –más, más adentro–,
y por ahí entraron a borbotones rayos y dédalos,
esquifes y canoas, con el amago esmeralda del agua,
estallando, por fin, en una colación,
todo mar y todo vida.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

7 comentarios:

Tatiana Aguilera
25 de agosto de 2011, 22:24

Óscar, eres un maestro, contigo el diccionario es imprescindible, tanto como el vuelo mágico del pensamiento. Contigo no se transa con la mediocridad, porque tus versos se disgregan en las estrellas.
Un abrazo maestro.

Liz Flores
25 de agosto de 2011, 23:16

Sensualidad y erotismo astral. Una maravilla de versos, un despliegue de perfección y ternura que alucina. Me gustó:
"Los fuegos repoblaron las mejillas, tan pálidas
y oleosas que resbalaban por la médula,
y luego vibró una pesquisa en el órgano
con la travesura del clarín."

Y me encantó el hermoso cierre con ese estallido con aroma a mar y vida.

Precioso, Óscar.
Un fuerte abrazo.

Isabel Moncayo Moreno
26 de agosto de 2011, 11:10

digo como Taty, Óscar, tu lenguaje es exquisito, y tus metáforas son hallazgos hermosos para mis ojos y para quien te sigue, noto un nuevo estilo en tu escritura: más encabalgamientos, una sucesión de imágenes surrealistas que no por ello pierden su lirismo.

Dicen que el Synsepalum dulcificum, endulza los sabores más agrios y ácidos, será verdad.

Un abrazo, Óscar.

Sara Lew
27 de agosto de 2011, 15:36

Leer tus poemas es altamente gratificante. Es magia lo que haces con las palabras. Un placer leerte.
Un saludo.

Gloria Reyna
28 de agosto de 2011, 20:53

Inquietante poema, inquietante forma de dulcificar los sinsabores.
Un abrazo

Ío
3 de septiembre de 2011, 22:06

Me ha encantado, sencillamente, me encantó; me llenó el alma de preciosas imágenes.
"La rosa se desenroscó las falanges, una a una,
y luego abrió su flor de caramelo al beso candente,
acariciador y disoluto que la acuchillaba –más, más adentro–,
y por ahí entraron a borbotones rayos y dédalos,
esquifes y canoas, con el amago esmeralda del agua,
estallando, por fin, en una colación,
todo mar y todo vida."
Son preciosos estos versos últimos, muy bellas todas tus metáforas.
Gracias por compartir tus versos
Saludos

Ío

Marisol
5 de septiembre de 2011, 6:23

Me gusta cómo puedes idear imágenes tan descriptivas, que logran transmitir esa sensualidad y erotismo en este poema, sin ser evidente.
La segunda parte es la explosión que logra culminar la pasión que se va encendiendo en la primera.
Dices sin decir, hay que tener mucho arte para eso.
Un abrazo.

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