Apuntes de Vigo
Vista de Baiona.
Hay viajes más largos que una noche, y enigmas de otros mundos.
Hay barcos hundidos donde peces y colores se amalgaman
en arrecifes de coral, como un caleidoscopio de vida.
Oteo este mar indivisible, prolijo de espuma, y en la voz de los acantilados
resuena tu nombre como un velero en duermevela, como un barco sin puerto
arrebolado a un remolino, siempre a la deriva –tu voz, áncora de tempestades–.
Podrías ser una mariposa monarca, la niebla que oculta el faro
en lo alto del peñasco o un acertijo engastado en el nácar de esta concha;
pero no, definitivamente eres una sirena varada en la cenefa de las olas
–anarquía en el celofán–.
Vigo, ciudad de playas y gaviotas, argolla azulina,
pantalán azul salobre, plétora de tentáculos y ostras,
joyel apaisado de puentes, bateas e islotes, blanco arenal
donde el sol fluye lentamente como un poema de lluvia, en pleamar,
y el cielo, enjalbegado de dioses, declama pestañas en el dedo;
Vigo, galápago añil, (des)mesurado mar insomne.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
Hay barcos hundidos donde peces y colores se amalgaman
en arrecifes de coral, como un caleidoscopio de vida.
Oteo este mar indivisible, prolijo de espuma, y en la voz de los acantilados
resuena tu nombre como un velero en duermevela, como un barco sin puerto
arrebolado a un remolino, siempre a la deriva –tu voz, áncora de tempestades–.
Podrías ser una mariposa monarca, la niebla que oculta el faro
en lo alto del peñasco o un acertijo engastado en el nácar de esta concha;
pero no, definitivamente eres una sirena varada en la cenefa de las olas
–anarquía en el celofán–.
Vigo, ciudad de playas y gaviotas, argolla azulina,
pantalán azul salobre, plétora de tentáculos y ostras,
joyel apaisado de puentes, bateas e islotes, blanco arenal
donde el sol fluye lentamente como un poema de lluvia, en pleamar,
y el cielo, enjalbegado de dioses, declama pestañas en el dedo;
Vigo, galápago añil, (des)mesurado mar insomne.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
5 comentarios:
Me ha gustado tu viaje.
Un abrazo
Ya me creo que el mar te ha hablado claro y tendido, y que tú le has prestado total atención, que te has embebido su rumor de caracolas, de arrecifes, de olas crespas, de acantilados y que sabrás plasmarlo magníficamente en tu poesía.
La foto y tus versos lo hacen creer a una ser parte de tus pensamientos, como si los viese fluir y escuchar quedito aquí al lado.
Me ha encantado:
"Oteo este mar indivisible, prolijo de espuma, y en la voz de los acantilados
resuena tu nombre como un velero en duermevela, como un barco sin puerto
arrebolado a un remolino, siempre a la deriva –tu voz, áncora de tempestades–."
También los otros que le siguen son preciosos:
"Podrías ser una mariposa monarca, la niebla que oculta el faro
en lo alto del peñasco o un acertijo engastado en el nácar de esta concha..."
Me alegra leerte de nuevo, Óscar
Un fuerte abrazo.
A ti te habló Vigo, a mi me hablan siempre contadas playitas que gusto de visitar, es que es imposible quedar inconmovibles frente al lenguaje del mar.
Un abrazo maestro Óscar.
Me alegra saberte de vuelta,Óscar, has viajado a Galicia, hermosa tierra, hermosa foto también con ese mar encrespado.
Vienes en forma y con energía para la poesía, como así lo demuestras en estos Apuntes de Vigo,
Oteo este mar indivisible, prolijo de espuma, y en la voz de los acantilados
resuena tu nombre como un velero en duermevela, como un barco sin puerto
arrebolado a un remolino, siempre a la deriva –tu voz, áncora de tempestades–.
Podrías ser una mariposa monarca, la niebla que oculta el faro
en lo alto del peñasco o un acertijo engastado en el nácar de esta concha;
pero no, definitivamente eres una sirena varada en la cenefa de las olas
–anarquía en el celofán–.
Precioso, amigo mío, todo el poema, aunque haya reseñado estos versos, todo el poema merece ser destacado.
Encantada de volver a leerte y saludarte, Óscar, un gran abrazo.
En tono melancólico, escribes un poema apaisado, con un ritmo pausado que supone más tristeza que calma, tal vez por la esencia inaprensible de esa sirena que habita tu mar.
Te apostillo esta estrofa:
'Oteo este mar indivisible, prolijo de espuma, y en la voz de los acantilados
resuena tu nombre como un velero en duermevela, como un barco sin puerto
arrebolado a un remolino, siempre a la deriva –tu voz, áncora de tempestades–.
Podrías ser una mariposa monarca, la niebla que oculta el faro
en lo alto del peñasco o un acertijo engastado en el nácar de esta concha;
pero no, definitivamente eres una sirena varada en la cenefa de las olas
–anarquía en el celofán–.'
Te sentaron bien las vacaciones, la playa te ha inspirado.
Un abrazo.
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