Carta de ajuste
Como un mar insólito
que naciera del cráter
de unos ojos lluvianos
o una boca embaucada
por su húmedo oficio
o un novísimo altar
en la lengua derrelicta.
A veces tu tristeza se me muestra
y me señala y pisotea
como un perro caminando bajo la lluvia,
tristeza húmeda y resbaladiza
en una mañana de un domingo cualquiera,
por siempre jamás olvidada.
Mírame ahora.
Soy la persona que nunca quisiste que fuera;
soy el poeta que nunca quiso ser.
Y sin embargo, soy.
Desde la sórdida cucaña de la memoria
me hablas con tu espada seductora
y yo me callo para no oírte más,
pues muchas veces nuestra voz
es el silencio de los otros.
Entiéndeme, mi amor:
hablarte así es un rayo
que no cesa de electrocutarme
hasta la última ceniza,
hasta el último y fatal estertor.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
que naciera del cráter
de unos ojos lluvianos
o una boca embaucada
por su húmedo oficio
o un novísimo altar
en la lengua derrelicta.
A veces tu tristeza se me muestra
y me señala y pisotea
como un perro caminando bajo la lluvia,
tristeza húmeda y resbaladiza
en una mañana de un domingo cualquiera,
por siempre jamás olvidada.
Mírame ahora.
Soy la persona que nunca quisiste que fuera;
soy el poeta que nunca quiso ser.
Y sin embargo, soy.
Desde la sórdida cucaña de la memoria
me hablas con tu espada seductora
y yo me callo para no oírte más,
pues muchas veces nuestra voz
es el silencio de los otros.
Entiéndeme, mi amor:
hablarte así es un rayo
que no cesa de electrocutarme
hasta la última ceniza,
hasta el último y fatal estertor.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
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