Cálculo de probabilidades
Dios te escribió con el trazo imperfecto de la carne
y la ciencia (del sueño) obró el milagro de resucitarte.
Cuando el tiempo era un espacio en blanco
en la blanca espuma de la vida
y la primera luz aún no había prendido
con la incipiente promesa de un parto,
yo ya escuchaba tu vientre de alondra
revolotear
en el silencio antojadizo de lo por venir,
y podía reconocerte –sí, podía–
en cada uno de sus minúsculos latidos,
como esas canciones que ya sonaban
mucho antes de yo nacer, y que uno pensaría
que fueron expresamente escritas para él.
–qué fácil es dejarse engañar
por la ilusión de un destino amable y bondadoso–
Cuando el mundo era demasiado joven para contarlo
y ni los pájaros musitaban su eterna migración
de tantos y tan largos veranos, yo ya sabía
que de entre todo ese abanico de probabilidades
tú eras el número más real, el boleto premiado
en mi desafortunada lotería.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
y la ciencia (del sueño) obró el milagro de resucitarte.
Cuando el tiempo era un espacio en blanco
en la blanca espuma de la vida
y la primera luz aún no había prendido
con la incipiente promesa de un parto,
yo ya escuchaba tu vientre de alondra
revolotear
en el silencio antojadizo de lo por venir,
y podía reconocerte –sí, podía–
en cada uno de sus minúsculos latidos,
como esas canciones que ya sonaban
mucho antes de yo nacer, y que uno pensaría
que fueron expresamente escritas para él.
–qué fácil es dejarse engañar
por la ilusión de un destino amable y bondadoso–
Cuando el mundo era demasiado joven para contarlo
y ni los pájaros musitaban su eterna migración
de tantos y tan largos veranos, yo ya sabía
que de entre todo ese abanico de probabilidades
tú eras el número más real, el boleto premiado
en mi desafortunada lotería.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
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