Un cielo indultado de anís
Adéntrate en mí, me dijo, así, veloz
como una ardilla, con el labio malherido
de caricias y el frío candente de los días
que fuimos dejando atrás.
Un cielo indultado de anís
con su gramola de pájaros en almíbar
y un fundíbulo de nubes narcotizadas
por la tragedia del rojo.
Algo tan absurdo y banal
como un oso panda con trompeta
o un cardumen de tórtolas.
Mírame en el sol que declina,
en la lluvia decantada, en esos ribetes
de viento que transmutan la ácida sustancia
del recuerdo por una pústula más amable.
Sé que no volverás, pero he imaginado
tantas veces este momento que ya no me alivia
la espera, sé que me voy haciendo llanto audible
en tu fantasma, en lo poco que va quedando
de ti en mí, y créeme, así es mejor. Por favor,
no me quites este placer, este picor, esta agonía,
que hasta a los condenados a muerte
se les concede un último deseo –the last supper–.
Duérmeme con el frío premonitorio
de los ojos que se advienen pronto al sueño
sin saber cuándo volverán a despertarse
o si despertarán siquiera, si esta noche será eterna
o si habrá un mañana esperándonos
junto al Faro.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
como una ardilla, con el labio malherido
de caricias y el frío candente de los días
que fuimos dejando atrás.
Un cielo indultado de anís
con su gramola de pájaros en almíbar
y un fundíbulo de nubes narcotizadas
por la tragedia del rojo.
Algo tan absurdo y banal
como un oso panda con trompeta
o un cardumen de tórtolas.
Mírame en el sol que declina,
en la lluvia decantada, en esos ribetes
de viento que transmutan la ácida sustancia
del recuerdo por una pústula más amable.
Sé que no volverás, pero he imaginado
tantas veces este momento que ya no me alivia
la espera, sé que me voy haciendo llanto audible
en tu fantasma, en lo poco que va quedando
de ti en mí, y créeme, así es mejor. Por favor,
no me quites este placer, este picor, esta agonía,
que hasta a los condenados a muerte
se les concede un último deseo –the last supper–.
Duérmeme con el frío premonitorio
de los ojos que se advienen pronto al sueño
sin saber cuándo volverán a despertarse
o si despertarán siquiera, si esta noche será eterna
o si habrá un mañana esperándonos
junto al Faro.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
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