This is not a love song
Veo un mundo de agua detrás de mis ojos,
un mundo sin diques ni paradigmas
que se agrieta a cada pestañeo,
un mundo turbio, deforme y la-grimoso
como un gran escaparate de muertos.
Veo boca abajo lo que más cerca tengo,
y no tengo miedo.
No nos gusta ver la sangre porque nos asusta mirarnos por dentro.
No nos gusta derramarnos, pero nos corremos.
Qué visceral es el puño ensangrentado que sostiene la balanza,
la quincalla derruida y esa copa de ron añejo
que te pinta un graffiti allí donde debía estar el corazón,
o lo que queda de él, trasunto o alfeñique.
–te vacía y te deja un gran agujero en la cabeza,
y se traga tu silencio y bebe tus lágrimas a borbotones–
Tiramos piedras a las ventanas para espantar a los cuervos
y escupimos a la cara de la puta vida.
–dímelo tú, si no merece menos–
Nos rajamos las venas
–venáticos, nosotros, venáticos y lerdos–
y sonreímos.
Como idiotas.
Mirando a la cámara.
Adulamos la efigie de un dios caído.
Salivamos como perros a los rayos catódicos.
A Camus y a La Náusea.
Al Ser y a la Nada.
Y aun hay quien se pinta la cara de blanco
y lleva una calavera colgando del llavero.
La muerte es un chorro de semen lanzado al techo
y un árbol partido por un rayo;
la muerte es la finitud del beso.
El dedo que apunta a la sien
eyacula chasquidos de ideas incendiarias.
El dedo, cañón humeante y sin tapujos.
Qué macabro es este juego del cazador y la ruleta,
como esa inscripción en la lápida de Lovecraft
que reza: “Yo soy Providence”.
Ya lo dijo Travis Bickle:
“Un día de éstos caerá una gran lluvia
y lavará toda la escoria de las calles”.
Algún día, sí, nuestras cabezas explotarán como calabazas
y todos aplaudiremos satisfechos a la orden del regidor.
¿Who needs a gun when you have a loaded fucking sick mind?
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
3 comentarios:
Duro escrito pero me gusta, y le va muy bien a ese inquietante Robert de Niro. Me he imaginado las imágenes nocturnas de Taxi Driver y una voz en off recitándolo.
Un abrazo
Hay dureza en tus versos, se la transmites al lector. Ello no quita para que encuentre belleza, porque más allá de las palabras está la sensación, que no las tiene.
Quizás me guste, entre otras, la tercera estrofa, la que más.
Saludos, Óscar
Ío
Un poema crudo, sin concesiones, alberga una energía contenida que se deja salir como un torrente que lo inunda todo, así, de golpe.
Refleja un hastío por la vida, que deja hacia el final visos de esperanza -desesperada- cuando "nuestras cabezas explotarán como calabazas".
Lo que más: La tercera estrofa y ese "graffiti allí donde debía estar el corazón"
Un gran abrazo.
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