may
18
Pronuncié tu nombre (en voz baja)

Como cada día desde que el tiempo se mide con la vara de tu ausencia,
he amanecido con la satinada caricia de tu pensamiento
arqueándome la espalda
–hay cosas que ni la muerte puede cambiar–.
El sol derramaba toda su aljaba
sobre las plantas dolientes y mortecinas que crecen en las junturas de las losetas
esparciendo su semilla en abundancia,
pero sus rayos eran rizos díscolos y fríos
y herían la fina capa de niebla matutina.
Pronuncié –a esa hora en que aún dormitan los gorriones
bajo el cálido plumaje de los árboles–
en voz baja tu nombre: Sara
–apenas un débil murmullo de hojas en el alféizar–,
como si mi aliento fuese a devolverme el vítreo hechizo de tus ojos
en el espejo empañado de la mañana.
Sara,
feble suspiro de gondolero
al arrullo del agua.
Sara,
canal donde vaga y navega
la sombra errante de mi amor.
Te he dibujado tantas veces en el vaho del recuerdo,
y tantas veces se ha borrado el tenue trazo de mis labios
–como arena en la playa, como agua en el desierto–,
que ya no sé cómo susurrarte mis sueños al oído
sin que se pierda el aire que ahueca la falda de tu pelo.
Mi sol está marchito,
mi aire está viciado, corrompido,
pero aún me nacen flores en el pecho
cuando me riega el eco de tu voz.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
he amanecido con la satinada caricia de tu pensamiento
arqueándome la espalda
–hay cosas que ni la muerte puede cambiar–.
El sol derramaba toda su aljaba
sobre las plantas dolientes y mortecinas que crecen en las junturas de las losetas
esparciendo su semilla en abundancia,
pero sus rayos eran rizos díscolos y fríos
y herían la fina capa de niebla matutina.
Pronuncié –a esa hora en que aún dormitan los gorriones
bajo el cálido plumaje de los árboles–
en voz baja tu nombre: Sara
–apenas un débil murmullo de hojas en el alféizar–,
como si mi aliento fuese a devolverme el vítreo hechizo de tus ojos
en el espejo empañado de la mañana.
Sara,
feble suspiro de gondolero
al arrullo del agua.
Sara,
canal donde vaga y navega
la sombra errante de mi amor.
Te he dibujado tantas veces en el vaho del recuerdo,
y tantas veces se ha borrado el tenue trazo de mis labios
–como arena en la playa, como agua en el desierto–,
que ya no sé cómo susurrarte mis sueños al oído
sin que se pierda el aire que ahueca la falda de tu pelo.
Mi sol está marchito,
mi aire está viciado, corrompido,
pero aún me nacen flores en el pecho
cuando me riega el eco de tu voz.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
9 comentarios:
Este poema me ha tocado, es muy bello.
Un abrazo.
PD. Sin desmerecer todos cuantos publicas
Óscar, tu poema me ha parecido hermoso, tan sensible y triste, tiene la belleza y la sutileza de los días que se pierden en las alas de la melancolía.
Realmente triste, sutil y hermosa tu poesía.
Besos y abrazos
Mi sol está marchito,
mi aire está viciado, corrompido,
pero aún me nacen flores en el pecho
cuando me riega el eco de tu voz.
Sin Palabras ... Que hermoso es ser amada de esta manera
Un abrazo fuerte Fuerte
333
"Te he dibujado tantas veces en el vaho del recuerdo,
y tantas veces se ha borrado el tenue trazo de mis labios
–como arena en la playa, como agua en el desierto–,
que ya no sé cómo susurrarte mis sueños al oído" Estas imágenes me parecen bellas desde la ansiedad del amor y la presencia de la ausencia.
"pero aún me nacen flores en el pecho
cuando me riega el eco de tu voz." Un sentimiento así jamás se marchita, siempre brota desde el fértil suspiro de la memoria.
Pinceladas originales y espontáneas de melancolía y amor adornan siempre tu poesía.
Muy bella.
Un abrazo.
Pocos como tú describen la soledad y la ausencia tan vívidamente desde el amor en imágenes tan bellas, no es el primer poema ni será el último en el que leo una mezcla de eclecticismo, narración e intimismo hermosamente conjuntado, me han gustado especialmente los versos donde nombras a Sara. Los dos versos finales también son hermosos, me gusta cuando nacen flores en el cuerpo. Aunque como siempre no por destacar alguno, desmerezcan para nada los restantes.
Admiro el equilibrio armonioso y sensible con el que creas esta atmósfera romántica y sentimental de tus versos.
Un abrazo Óscar
Luminiscente nostalgia que a través del recuerdo hace revivir la imagen de tu querida Sara a quien traes a tu presencia por medio de ese nombrarla. La última estrofa me ha encantado. Abrazos Óscar.
Es un poema brillante, Óscar, me dan ganas de destacarlo todo.
Tu poesía tiene un estilo único, tu sensibilidad es impresionante, es que tienes una facilidad para crear imágenes cada vez más preciosas, insuperable.
El inicio es fenomenal:
'Como cada día desde que el tiempo se mide con la vara de tu ausencia,
he amanecido con la satinada caricia de tu pensamiento
arqueándome la espalda
–hay cosas que ni la muerte puede cambiar–'
También me pareció curiosa la expresión:
'plumaje de los árboles'
Y el recorrido es calmo pero melancólico, haces que el nombre 'Sara' cobre vida, y duela.
El final es un medio consuelo desgarrador:
'Mi sol está marchito,
mi aire está viciado, corrompido,
pero aún me nacen flores en el pecho
cuando me riega el eco de tu voz'
Un gran abrazo.
Qué final tan emblemático, me cautiva. La voz del ser amado, el timbre, soltura, entonación, incluso su manera de dosificar el aire en cada palabra desde el pecho, garganta o nariz. Algunas personas recuerdan de los seres amados el rostro, gestos… Pero vos recuerda su voz, cuánta beldad hay en ello, “como si mi aliento fuese a devolverme el vítreo hechizo de tus ojos en el espejo empañado de la mañana.”
En la voz se descubre más, a mi parecer, la personalidad, la profundidad de sus pensamientos. Si se quiere conocer a alguien debe escuchársele. Sonrío.
Sara, es un nombre que encierra mucho significado en él. Es la eterna tinta de vuestra pluma donde ella encarna y eleva por sobre la vida y la muerte. Hermoso
Con mucho aprecio y admiración
Vuestra Alejandra
Oscar, súblime poema!
Bendita Sara que te inspira y nos hace resirar la esencia de tus versos..
un abrazo y feliz finde
Blue
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