Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Se cuenta... y yo lo creo


Se cuenta que el sol salía puntual cada mañana en sus pestañas con un leve estremecimiento de libélulas, y que en cada parpadeo del ocelo rutilante, trinaba en sus ojos la alondra y cintilaba la luciérnaga.

Se cuenta que, con los primeros rayos del alba, se bañaba desnuda en el río, y que al introducir los pies en el agua –muy despacito, para asegurarse de que no estuviera fría–, los peces, de común huidizos, acudían a su llamada y se arracimaban acariciándole los deditos; y entonces no podía evitar que una risa cristalina aflorase a sus labios al recorrerle el cuerpo un escalofrío.

Se cuenta que, recostada sobre un lecho de trigo, reposaba los cansados párpados al arrullo del colibrí y su veloz bisbiseo, y que mientras dormía, tan plácida y serena que ni la brisa matutina podía perturbar los tules del sueño, las hadas entretejían guirnaldas en sus cabellos, los árboles (a)batían las ramas para abanicar su sonrisa risueña, y las alegres abejas danzaban Gimnopedias en círculos cromáticos polinizando de odoríferas flores sus sueños.

Se cuenta –y yo lo creo– que en los equinoccios auscultaba el vientre de la tierra abrazándola con el pecho abierto y aplicando la oreja, y que oía cómo germinaba en sus entrañas la semilla de la primavera.

Se cuenta también que el musgo le caracoleaba en graciosos bucles por la frente formando una diadema, y que cuando lloraba –tan flébil era su lamento que el bosque entero suspiraba hojas muertas–, en el lugar donde rodaban sus lágrimas brotaban manantiales y arroyuelos, y que los ciervos se acercaban confiados a beber de ellos.

También se cuenta que cuando murió, un torbellino de agua emergió del mar para ascender al Cielo, y yo, yo lo creo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

4 comentarios:

Isabel Moncayo Moreno
21 de octubre de 2009, 14:40

Como buen escritor además de poeta, narras en sublime prosa fabulada y fabulosa como si de un mito se tratara y se trata,la arrulladora y arrolladora forma de ser de nuestra querida ( y permíteme decir nuestra) Sara, a la que nos has acercado inconscientemente para hacerla ninfa del agua, de los bosques y de los mares.
Casi tengo que agradecerte que no lo hubieras publicado ayer, por el día lluvioso, ya sabes, hoy y ahora con el sol intentando calecer el ambiente, tengo que decirte que es otro de tus grandes poemas Óscar, otro de enmarcar para mi gusto personal, otro con el que disfruto enormemente y que se me ha hecho corto, muy corto, y tengo que decirte que yo también lo creo, lo juro, lo creo.

Un abrazo mi querido amigo y gracias por escribir, sentir y ser como eres y que yo pueda deleitarme en lecturas como las tuyas.

Isabel Moncayo Moreno
21 de octubre de 2009, 20:01

Es tierno a rabiar, entre más lo leo, más me gusta, vas a acabar echándome del blog por pesada ( sonrisas) pero no me canso de leerlo

@ngelluz
21 de octubre de 2009, 21:25

Faeeeeeeeeeeee que hermoso relato!!! y créeme que yo también lo creo.

Me encanta tu poesía, tus relatos..eres un escritor talentosísimo.

Besitos y abracitos de canelita y sigo los pasos de Isa, tengo que volver a leerlo.

Marisol
23 de octubre de 2009, 4:52

Quisiera tener tu don o el de Sara, para adjetivar tu relato de forma adecuada, pero lo único que se me ocurre es sublime, soberbio.

El paisaje con libélulas, abejas, colibríes, arroyos, musgo, todo girando en torno de tu Ayalga, encandila.

Los peces acariciándole los deditos, es una imagen que rebosa ternura. La ilustración que elegiste de acompañamiento, es idónea.

Me quedo complacida por completo, y más.
Un abrazo infinito.

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