Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

viernes, 31 de diciembre de 2010

12 campanadas, 13 uvas



¿Recuerdas aquella uva que se te extravió
cuando daban las doce campanadas
en la ya lejana Nochevieja de 2008?
Sólo pudiste comer once –once bocados en agraz–;
la otra, uva pasa, se fugó por la tráquea de la vida.
Pensaste que te la había robado un duende díscolo y travieso
escondido debajo de la mesa –u oculto, tal vez, en el vuelo de tu falda–,
un pequeño glotón preocupado de que no te atragantaras con la veloz ingesta;
pero en realidad te la robó alguien más zorro que el del cuento.

Fui yo.

Esta Nochevieja,
cuando el reloj de la Puerta del Sol toque las doce campanadas,
comeré trece uvas:
doce por los años que por mí han pasado desde que te fuiste;
una por la uva vida que se te escapó.

Y así se restaurará el equilibrio en el universo
y la paz en mi corazón.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

8 comentarios:

Ío
31 de diciembre de 2010, 18:10

Precioso; esta vez me has dibujado una tímida sonrisa, en la primera estrofa; luego no.
Me gustaron mucho los dos últimos versos.
Mis mejores deseos para ti en el nuevo año.
Un beso, Óscar

Ío

Anónimo dijo...
31 de diciembre de 2010, 18:51

Cuanto sentimiento reflejado en en el blog Oscar.
No me cansaré de repetir que fue un placer, conocer a alguien que ame tanto como tú.
FELIZ AÑO-FELIZ VIDA!
Besitos

Clara Schoenborn
1 de enero de 2011, 12:29

Tal vez ese equilibrio del universo del que hablas esté hecho de muchos pequeños desequilibrios. Un abrazo Óscar.

lunilla
1 de enero de 2011, 20:30

Oscar .

Cuanta ternura destilada, cuanto amor desplegado en cada letra, la verdad, que vez que te leo , me emociono.

Feliz año Oscar.

Un abrazo

Veronica

Tatiana Aguilera
1 de enero de 2011, 23:50

Si, la balanza del inconsciente se equilibra con pequeños detalles, tan íntimos, que sólo un alma enamorada puede descifrar.
Un abrazo, y Feliz año Óscar.

Marisol
3 de enero de 2011, 5:18

Me ha enternecido mucho este relato-poema. Aunque con momentos amargos (como la uva pasa, que se fugó por la tráquea de la vida), tiene una dulzura que cautiva.
El duende díscolo te ha quedado muy bien.
Tal vez todo el amor que le ofreces es el que restaura su equilibrio, lo que la devuelve aquí.
Un gran abrazo, Óscar.

Etarinyeth...
4 de enero de 2011, 23:28

Óscar:

El equilibrio pende entre lo infinto de la ternura en tus palabras y lo hechizante que es percibir con que suave devoción vibra tu alma enamorada.

Que la eternidad del recuerdo te abrece con paz.

Isabel Moncayo Moreno
7 de enero de 2011, 16:51

Llegará esa paz a tu corazón, estimado Óscar, llegará. Es conmovedor y tierno.

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