El sueño de un anacoreta
De toda la memoria sólo vale
el don preclaro de evocar los sueños.
'Y podrás conocerte', Antonio Machado
En el Areópago de la conciencia
los arcontes no encuentran justicia ni consuelo para tanta sangre derramada,
¿y en aras de qué?
Yo te lo diré: de ignominias y vilezas.
En este desierto omnímodo donde no crece la hierba
no eres falaz espejismo, no,
ni baobab seco;
eres oasis ubérrimo
con ubérrimas palmeras,
y de ti bebo hasta saciar mi sed de belleza.
Casi sin quererlo
me he convertido en un estilita subido a tu columna de tristeza,
y desde allí
–tan cerca del cielo que me da miedo volver la mirada sobre la tierra–
sueño el sueño de un anacoreta:
sueño con mares verdes y verdes praderas donde abundan, feraces, las estrellas.
Flavo es el brillo de tus ojos,
miel de la colmena,
flavo como Febo cuando se oculta a la vista de los ciegos,
flavo es el oro de tu almena.
Tu recuerdo me persigue como un enjambre de abejas,
y me dueles, sí,
como un orzuelo en el ojo de la aguja
que cose las tristezas.
La lengua de la Muerte lavará mi herida con agua regia.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
1 comentarios:
Ciertamente, te has convertido en el poeta triste, cuando ya lo eras, (recuerdo que te lo dije alguna vez en el foro, antes de que sucediera la fatal desgracia de tu amada, escribes bello y nunca dejas atrás la estética de la palabra, la imagen que enaltece, la figura que sublimente envuelve en dorados tu sentimientos.
Disfruto de tu lenguaje poético, aunque no quisiera leerte siempre desde esta tristeza, estoy segura y deseo verlo en el tiempo, ser testigo de que el dolor ha menguado.
Un abrazo
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