Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

martes, 17 de noviembre de 2009

Palacio de Invierno


No es la noche lo que temo,
pues en la noche nada veo;
es el día
con sus rayos que fulminan
y su luz que aviva lo que antes parecía muerto
lo que de verdad me atemoriza.

¿Por qué, Febo, reanimas toda vida
con tus próvidas caricias
y no brindas tu salutífero calor
a quien yo más quiero
y de ti más necesita?

En la oscuridad de la noche te presiento
y te acaricio entre los velos del sueño,
sombra macilenta,
mas en la claridad del día tu ausencia me lastima,
luz mortecina,
y me sangra lacerantes estigmas.

No hay candelabro que alumbre
ni palmatoria que ilumine
los lóbregos pasillos de este Palacio de Infierno Invierno.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

5 comentarios:

Isabel Moncayo Moreno
17 de noviembre de 2009, 16:36

Febo acaricia a su hijo con sus rayos de sol y él querría desviarlos a lo que ya no se puede, es una hermosa y sentida metáfora, tu calor humano dan muestra del vacío y el frío de la ausencia de la persona amada, no hay luz ni hoguera que alumbre o caldee tu palacio de infierno invernal. Espero y deseo con toda mi alma que algún día en el tiempo no sea así.

Es un poema muy triste, me gusta más leerte los poemas de amor, ya sé que es inevitable dejar salir todo lo que se siente. Y hoy ha tocado tristeza de invierno.

Un abrazo mi querido amigo Óscar.

Yoko-Tomoto
17 de noviembre de 2009, 21:39

Vuestro poema es sin duda una angustia que se respira ante la ausencia de Apolo. Esa lejanía que se respira y que evita se sienta el calor sobre vuestros sentidos.

Vos amas al sol, a su luz y a todo aquello que os representa, así mismo como Faetón; hijo del Dios Sol. La luz amigo mío permite irradie de vos, de vuestra poesía, de vuestro amor perenne. Solo así es que vuestra persona más querida lo presienta aun en la distancia más oscura.

Vuestra imagen recuerdo, apenas tenia 10 años cuando mi abuelo me llevó a conocer su patria; España.
Estuve en los Jardines del Retiro, me sentía como en un cuento de hadas, aun más al ver ese sublime castillo de cristal.

Con mucho afecto
Alejandra

Clara Schoenborn
18 de noviembre de 2009, 2:49

Verdaderamente maravillosa tu descripción. Vas dejando regado entre verso y verso un dolor que gira irremediablemente, unas veces lento otras revolucionado, y gira porque así tiene que ser, de otra forma, perderías algo demasiado valioso de tu interioridad. Un abrazo afectuoso.

María
19 de noviembre de 2009, 12:00

En tus versos transpiras angustia y dolor, pero a pesar de todo, son hermosos, y sobre todo, cuando se escriben siempre desde el alma como tú haces.

Un beso.

PD.- Acabo de dejar contestado tu comentario en mi blog, por si quieres ir a leerlo.

Marisol
30 de noviembre de 2009, 4:07

La luz hace que veamos las cosas más claras, aunque a veces preferimos la oscuridad, para no caer en la cuenta de todo lo que nos hace falta, para no tener que aceptar que el sol ya no puede calentar a quien tanto amamos, es muy triste, más triste aún por su certeza.
Un cálido abrazo.

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