Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Votos sagrados


No podrá la Muerte profanar nuestros votos sagrados
en el sacramento del Amor,
rito de iniciación al que nos consagramos
y única religión que profesamos con verdadera y tierna devoción,
y si su fría mano osara arrancar el escapulario de tu pecho,
helándote el corazón,
juro por Dios que se la cortaría
y huiríamos hasta donde nos llevaran nuestros pies
como forajidos
sin otro techo más que las estrellas,
felices en la clandestinidad del beso.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

5 comentarios:

Clara Schoenborn
22 de noviembre de 2009, 3:46
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Clara Schoenborn
22 de noviembre de 2009, 3:48

Vida o muerte, en la inmensidad del tiempo son casi la misma cosa. En el minúsculo trayecto de luz que es la vida puede plantarse el sueño de la eternidad, así sea solamente parte de la quimera que todos imaginamos. Un abrazo.

Marisol
23 de noviembre de 2009, 6:34

Las referencias a la religión, a tu religión, que es Sara, me sonaron tiernas.
Y el final, me dejó encantada: huir como forajidos, sin otro techo más que las estrellas, en la clandestinidad del beso, me pareció sumamente hermoso.
Es un poema corto, pero abarca mucho.
Un gran abrazo.

Isabel Moncayo Moreno
23 de noviembre de 2009, 17:14

Y es que la muerte es dolor, pero nunca es olvido cuando se ama, estoy de acuerdo con Marisol, en que Sara es tu religión y tu poesía, son unos versos muy tiernos, y cómo no llenos de amor.

Otro abrazo

Yoko-Tomoto
24 de noviembre de 2009, 6:40

Los votos matrimoniales en el Japón son a la Flor del Cerezo, es eterno que a las estrellas hace compañía.

Sonrío, fue este poema vuestro que me ha recordado a mis padres, con el respeto que vos me merece.

El amor es tan sublime que trasciende a la muerte, que ella queda en la letanía de la mortalidad.

Vuestra imagen es hermosa, hermoso violín en la noche oscura alumbrada por vuestro Faro eterno.

Con aprecio
Alejandra

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