Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

jueves, 4 de marzo de 2010

El continente perdido de tu Eterna Tristeza


Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía

'A la tristeza', Juan Boscán

I – Introito: el continente perdido de tu Eterna Tristeza

Por fin he encontrado el continente perdido de tu Eterna Tristeza. Después de tanto buscarlo, descubrí que estaba oculto en mi mirada. Lo tenía tan cerca que no podía verlo. Era como una mácula en la retina, como una isla tragada por el mar, como un astuto trampantojo que engañó a mi acomodada perspectiva. Deberíamos desaprender a mirar para poder mirarnos.

II – Noches blancas

Me estremezco al contemplar el paisaje nevado de tu desnudez.
Las aves caen muertas del cielo, como copos de nieve,
y las estrellas son faroles sin luz,
tan apagadas como los ojos de un cadáver.

Sopla el viento, y el frío aúlla en los parches de mi soledad.
La cellisca ha coagulado mis lágrimas
y ahora tintinean en mis ojos los punzantes cristales de la tristeza.
Si pudiera encender una hoguera en mis manos para devolverte el calor,
el calor que huyó como los lobos del fuego.

A mi lado, un rayo de luna acuchilla la piel de la noche como un arañazo
en el abombado vientre de la almohada.
Me dejo envolver por el silencio tumescente de la niebla
y embadurno mi cara en líquido amniótico
para ovillarme en el útero del universo.

La noche, lívida, brilla con el fulgor espectral de una calavera.
Las teas inflaman la nostalgia del fuego en oscuras galerías de recuerdos
y chisporrotean aceite hirviendo sobre la mórbida silueta de la memoria.
Sombras fantasmales se agitan con impetuoso crujir de huesos
en una danza macabra
al trasluz de las cortinas de damasco,
como esqueletos movidos por los hilos de un titiritero
en un teatro de marionetas,
mientras el fuego sibilino crepita con malévola astucia en la chimenea.

La noche es más blanca que tu muerte,
y la nieve en los árboles tiene la espesura del semen.
El Faro ha roto el himen de la luna con su chorro opalescente,
y la fálica y protuberante lengua de fuego, como una larva voraz,
lame y horada la vulva de los acantilados
en el fragoroso silencio de la tempestad que precede al relente de los muslos.

Pronto la noche celebrará sus bodas de sangre con el día muerto.

III – El vestido de novia

Desde el lucernario del sol
los gatos observan hipnotizados la lechosa desnudez de la luna
como mudos testigos de un eclipse fractal.

–¿quién les habrá enseñado a mirar así, sin telescopio, la rotación de los girasoles
y el cambio de guardia de la luna?–

Ella lleva escrita la inocencia en su vestido de raso, de un blanco escarchado,
como una novia que espera a su amado columpiando el pie
en el altar de un nenúfar,
pero no es un vestido de novia lo que ciñe con tanta gracia su cintura;
es una mortaja con puños de encaje y gorguera de organdí.
El velo tapa el cráter de su ajado rostro, y la muselina,
al alzarse levemente con la brisa otoñal,
deja entrever una luz mortecina y cenicienta.
Lo que antes fuera un tálamo ahora es un féretro.

Sólo los circenses acróbatas de los tejados conocen su terrible secreto.

IV – Truco o trato

El sol es una calabaza con los ojos recortados,
la boca torcida en una abyecta mueca
y una llama maligna que arde en el fondo de sus cuencas proyectando un halo de vileza.
El brillo de sus ojos es avieso,
y confiere un aire siniestro a sus facciones rígidas, severas.
En la noche de los muertos asusta a los niños que piden caramelos.
Les roba los dientes.

No bulle, mi Amor, el calor en tu pecho,
y los dedos se me congelan al acariciar tu fría piel de invierno.
Me miro en tu espejo de agua y sólo veo el cielo,
un cielo ceñudo, plomizo, negro.

¿Quién le ha robado el azul al cielo?
Ya no es aquel lecho de nubes en el que nos acostábamos las tardes de febrero
dejando flotar, libres, nuestros pensamientos,
ni el paño que absorbía tus lágrimas emocionadas cuando te decía te quiero.
Es un abismo de mercurio, y le temo.
Le temo como al fuego.

V- El serpentino vuelo de una lágrima

El último hálito de vida se evapora en los rayos oblicuos que cauterizan
la cicatriz del beso.
Por el tragaluz del olvido se filtran nuestras lágrimas,
y tan sólo queda un rescoldo irisado en la sombra incandescente del tiempo.

Un desaprensivo arrojó una piedra a los vitrales góticos de la mariposa
que volaba, solitaria, a ras de hierba.
Desde entonces el sol nunca más volvió a besar sus alas rotas.

La esperanza duerme en una urna sin zapato de cristal,
mientras con una pluma negra, de cuervo o de grajo,
Pandora le acaricia la enredadera del sueño.

¿Adónde van los sueños que no fueron soñados?
¿Adónde van los deseos que nunca deseamos?
Debe de haber un limbo para ellos.
Por cada señal equivocada, una ruta hacia lo desconocido.

Hay lombrices en el légamo del tiempo,
y no existe vermífugo para los malos sueños.

Alguien dejó una rosa en su cenotafio como recuerdo.
De aquella rosa sólo quedaron las espinas y las zarzas
y la sangre coagulada, reseca.

VI – Las barbas de Dios

La noche pende como una estrella trémula
del agujero de tu oreja,
y la soledad en esta algente cueva es tan esquiva como la muerte.
Incluso el silencio cuaja y se resquebraja en astillas de hielo.

Y este serbal raquítico que crece en mi estepa,
solitario,
triste,
abandonado.

El cerúleo llanto de tu ausencia no ha logrado apaciguar la llama de mis labios.
Cuando la pavesa mengüe y desaparezca, me acurrucaré en tu piel
con la indulgente caricia de la luna.

Se me encoge el corazón con la fría indiferencia de la vida ante la muerte.

En las vastas y áridas llanuras del alma
no hay cárcel más estrecha que esta soledad
ni celda más angosta que tu ausencia.

Y esta picazón del alma como liendres en las barbas de Dios...
Quema, quema.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

6 comentarios:

Liz Flores
4 de marzo de 2010, 18:49

Querido amigo, venía a tu poesía aprovechando los 20 minutos que tengo libres, pero creo que me faltará tiempo. Te leeré desde mi casa ya más tranquila.
Veo que tendré para deleitar mi noche.
Un abrazo.

Fausto
5 de marzo de 2010, 0:04

"Un desaprensivo arrojó una piedra a los vitrales góticos de la mariposa
que volaba, solitaria, a ras de hierba.
Desde entonces el sol nunca más volvió a besar sus alas rotas." Apenas ayer subí una imagen que me recordó a ésta parte del poema, la dejé de último en uno que se llama -Ana Gabriela-

Que tipazo, he viajado en tus letras y me han llenado de recuerdos y también he podido acariciar la vista desde tu faro.
¿Qué sera de Sara, qué sera?

Liz Flores
5 de marzo de 2010, 5:54

Bien, he leído todo, dos veces. Algunos versos un poco más. No hay una palabra que me satisfaga para definir esta cascada de talento, pues magnífico, excelso, divino, se quedan cortas. Esto fue lo que más me llegó:

I – “el continente perdido de tu Eterna Tristeza”
Me ha gustado la filosofía de este verso.
“Deberíamos desaprender a mirar para poder mirarnos.”
Aprender a ver al otro de distinta manera, sin juicio de valor, verle con los ojos del alma.

II – Noches blancas
Encantada quedé con las imágenes que desgranan estas líneas:

“La cellisca ha coagulado mis lágrimas
y ahora tintinean en mis ojos los punzantes cristales de la tristeza.”

“Las teas inflaman la nostalgia del fuego en oscuras galerías de recuerdos
y chisporrotean aceite hirviendo sobre la mórbida silueta de la memoria.”

El último párrafo ha sido más que brillante con esas escenas eróticas que dan paso luego a un sentimiento trágico como lo son esas bodas de sangre. Me encantó.

III – El vestido de novia
Qué hermoso. Me encantan esas plantas sobre el agua (nenúfares) justo los que tienen lirios blancos, he visto la imagen de tu poema en mi mente y me llenó de pésame la pobre novia. Infantilmente relacioné tu poema con una película que vi con mis sobrinos.

IV – Truco o trato
“Me miro en tu espejo de agua y sólo veo el cielo” Qué triste verso, pero bello. Al igual que ese lecho de nubes donde reclinaban su amor entre tardes de febrero y te quieros.

V- El serpentino vuelo de una lágrima
El primer verso es bárbaro, lo leí tres veces. Es la clase de expresiones que convulsiona la esferita que gravita en mi pecho. Me fascinó. También me gustaron esos vitrales rotos de la mariposa que quedó aún más sola, sin los besos del sol. ¡ay! Óscar, qué manera tenés de hacer que se inmortalicen tus versos.

Las interrogantes de los sueños y los deseos, creo que ya te las había leído antes. Me voy con ellas a pensarlas con la almohada.

VI – Las barbas de Dios
No conocía el serbal, ya veo que es oriundo de tu tierra, juega muy bien con la imagen e idea que querés dar en ese verso, pues sí que es un árbol de apariencia depresiva. Pero con todo y su abandonada facha, da vida a los mirlos con su fruto, o sea que es bello a los ojos de muchos.

“En las vastas y áridas llanuras del alma
no hay cárcel más estrecha que esta soledad
ni celda más angosta que tu ausencia.”
Y lo asfixiante que se vuelve el silencio en esa celda…

Qué placer me ha dado esta lectura, valió la pena hacerlo a esta hora de la noche. Cuánta habilidad y maestría hay en tu pluma, enriquecedor léxico, imágenes preciosísimas y una mezcla fascinante de sentimientos, donde prima la tristeza, el amor y la ternura.

Te aplaudo Óscar, sos genial.
Un fuerte abrazo querido amigo.

Marisol
5 de marzo de 2010, 19:22

Ya veo que nuestra amiga Liz, ha hecho un análisis concienzudo del poema, es que los versos destacables son todos por eso no la culpo por extenderse.
Lo debes haber editado mucho tiempo para que quede así, y me quedó claro desde el título.

I – Introito: el continente perdido de tu Eterna Tristeza

'Lo tenía tan cerca que no podía verlo. Era como una mácula en la retina'
'Deberíamos desaprender a mirar para poder mirarnos.'

Llevas tanta razón, somos subjetivos áun cuando nos ponemos en el lugar del otro, porque los ojos con los que vemos son siempre los nuestros.

II – Noches blancas

'Sopla el viento, y el frío aúlla en los parches de mi soledad.'
'La cellisca ha coagulado mis lágrimas
y ahora tintinean en mis ojos los punzantes cristales de la tristeza.'
Qué puedo decirte, es que estos versos son desgarradores, duelen como el cristal de la tisteza que se incrusta en los ojos.

'A mi lado, un rayo de luna acuchilla la piel de la noche como un arañazo
en el abombado vientre de la almohada.'
'y embadurno mi cara en líquido amniótico
para ovillarme en el útero del universo.'
Las imágenes son hermosas aunque duelen hasta el tuétano, no sé si te he leído algo más triste, más desolador... pero con dificultad se podrían superar estas heridas que describes.

Las escenas que siguen, si bien toman prestados elementos de la poesía de Sara, como la 'lengua fálica' llega a su clímax con esas 'bodas de sangre' en el homicidio del día.

III – El vestido de novia

el 'eclipse fractal' es una imagen peculiar, delicada, me ha gustado mucho.

'pero no es un vestido de novia lo que ciñe con tanta gracia su cintura;
es una mortaja con puños de encaje y gorguera de organdí.'

Con esos versos me has matado, la novia con su vestido blanco que funge de mortaja...

IV – Truco o trato

'Me miro en tu espejo de agua y sólo veo el cielo'
'¿Quién le ha robado el azul al cielo?.'
Este capítulo, deja un vacío un el estómago, una sensación inexplicable, que invade el cuerpo entero; me estrece pensar también en ese sol disfrazado de calabaza, sonriendo porque sabe que se robará unos dientes...


V- El serpentino vuelo de una lágrima

'El último hálito de vida se evapora en los rayos oblicuos que cauterizan
la cicatriz del beso.'
'Desde entonces el sol nunca más volvió a besar sus alas rotas.'
Haces gala de tu lenguaje lírico y tu sensibilidad, No puedo imaginar beso más doloroso que el que se evapora con el último hálito de la vida.... me deja sin palabras.
además, cómo el sol puede ser tan cruel con una mariposa....


'¿Adónde van los sueños que no fueron soñados?' Me recuerda un poema que escribí, pero tú le has dado más sentido aquí, con el limbo.

VI – Las barbas de Dios

'La noche pende como una estrella trémula
del agujero de tu oreja,'

'Cuando la pavesa mengüe y desaparezca, me acurrucaré en tu piel
con la indulgente caricia de la luna.

Se me encoge el corazón con la fría indiferencia de la vida ante la muerte.

En las vastas y áridas llanuras del alma
no hay cárcel más estrecha que esta soledad
ni celda más angosta que tu ausencia.

Y esta picazón del alma como liendres en las barbas de Dios...
Quema, quema.'

Te reservaste sin duda lo mejor para el final, tanto así que no he podido resaltar un verso sobre otro, y lo destaco todo.

Óscar, un superlativo de 'extraordinario', sería poco para ti.
Un gran abrazo, y mi admiración, ahora multiplicada, si cabe.

Yoko-Tomoto
7 de marzo de 2010, 5:07

Es la inspiración quien os hizo presa, me ha gustado mucho. El título del conjunto de vuestras letras es el resumen de lo que vos quiso darnos a conocer.

Me ha gustado mucho porque vos ha especificado a detalles distintos escenarios de "Un continente perdido de su eterna tristeza".
Yo soy admiradora de los detalles, porque de ellos se aprecia mejor un todo.

SOS una persona muy compleja y por ello vuestra diversidad ante un solo ente, vuestra dama. Donde en vuestras noches "Sopla el viento, y el frío aúlla en los parches de mi soledad." Ese silencio que hace eco aunado a la nostalgia.

En muchas estrofas me he identificado con vuestra lírica, sobre todo por los sentimientos que conllevan, en ese latir de una

“La noche, lívida, brilla con el fulgor espectral de una calavera.
Las teas inflaman la nostalgia del fuego en oscuras galerías
de recuerdos
y chisporrotean aceite hirviendo sobre la mórbida silueta de la memoria”.

Cuánta verdad y belleza se encuentran en estas palabras. Me han encandilado.

Ha sido “El vestido de novia” que me ha hecho retener aun más mi lectura ante el análisis por el sentido y significado que sobrelleva en su conjunto, resaltando lo siguiente;

“Ella lleva escrita la inocencia en su vestido de raso,
de un blanco escarchado, como una novia que espera a su amado columpiando el pie en el altar de un nenúfar, pero no es un vestido de novia lo que ciñe con tanta gracia su cintura; es una mortaja con puños de encaje y gorguera de organdí”

Es vuestro amor que os envuelve es en esa angustia que os hace presa en un deseo perenne que se mantiene presente en vuestra lírica en “Truco o trato“

“No bulle, mi Amor, el calor en tu pecho, y los dedos se me congelan al acariciar tu fría piel de invierno.” Y palpable vuestro dolor que a su vez en agonía os hace tener miedo; “Es un abismo de mercurio, y le temo. Le temo como al fuego.”

Pandora es un personaje de la mitología que siempre me ha gustado, por el entorno que la sugiere a ella como principiante de una catástrofe para la humanidad cegada por su belleza;

“La esperanza duerme en una urna sin zapato de cristal,
mientras con una pluma negra, de cuervo o de grajo,
Pandora le acaricia la enredadera del sueño.”


Vuestro dolor se manifiesta en un temor fulminante, uno que incluso recae sobre lo oculto, lejano y sobrenatural; “Se me encoge el corazón con la fría indiferencia de la vida ante la muerte”

Es la muerte que en su misterio nos “quema” ante la separación de quienes amamos, incomprensible en su mayoría; “Y esta picazón del alma como liendres en las barbas de Dios...Quema, quema”

Qué bello ha sido leeros, os confieso sigo haciéndolo. Hay detalles que siguen deteniéndome. Aunque admito que ha sido “Noches blancas” mi favorito.

Todo en su conjunto es vuestra historia de amor. Desde los comienzos de haberla encontrado, vuestras hermosas noches blancas en deleite uno del otro.

El "Vestido de novia" consumando la unión entre los dos, eterna. Hasta la catástrofe incauta a vuestro sueño, donde la separación por la muerte siempre presente en vuestra lírica lo manifiesta.

Ya que en cada poema por separado se manifestó, hasta llegar a “Las barbas de Dios”, ante lo desconocido, lo incomprensible.

Ha sido un placer leeros.
Con mis mejores deseos
Alejandra

Clara Schoenborn
8 de marzo de 2010, 3:27

Óscar: este es un poema que merece estar al lado de las grandes odas a la tristeza. Describes magistralmente y con el más puro estilo clásico, un paisaje concentrado de dolor, de duelo, que casi resulta aterrador. Una obra de arte verdaderamente. Te felicito y te mando un abrazo.

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