Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

martes, 30 de marzo de 2010

El ojo neblinoso de la noche


Algo está desordenado en mi cabeza,
como la esquina doblada de una alfombra que el torpe pie arrastra
o la cremallera abierta de un cojín tirado en el sofá.

Hice un torniquete a mi tristeza para que dejara de sangrar,
pero la sangre era su alimento y me pedía más y más.

Con un tajo de luz cegué el ojo neblinoso de la noche
que se erigía sobre tu inviolable silencio
como una estatua de iniquidad.

Me miras con el miedo abuhardillado en los ojos,
y yo me achico en soledad.

No hay arúspice o nigromante capaz de interpretar el presagio funesto del sol
en el reverbero del agua que hierve,
la vivisección de los relojes que encarcelaron el tiempo
o la anatomía de un sueño.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

6 comentarios:

Isabel Moncayo Moreno
30 de marzo de 2010, 19:32

Tus poemas tristes tienen como una aureola misteriosa, tal vez la tristeza en sí, lo sea, cada cual por su motivo.


Con un tajo de luz cegué el ojo neblinoso de la noche
que se erigía sobre tu inviolable silencio
como una estatua de iniquidad.

Ésta, es ala estrofa que más me ha impactado, incluso más que la que le precede( será que la sangre no me da buen rollo) Y el cierre rotundo, con ese profundo sentimiento de ver irrealizado un sueño. Un placer, como siempre, un abrazo Óscar.

Pd: sí, he vuelto a publicar, aunque creo que lo haré más pausado, el tiempo, que apenas dispongo de él. Y un poquito de cansancio también.

Marisol
31 de marzo de 2010, 6:15

La tristeza es oscura, y tu poema me transportó a un paisaje neblinoso, de escasa luz, como la fotografía.
Me gustó, sobre todo esta estrofa:
'Hice un torniquete a mi tristeza para que dejara de sangrar,
pero la sangre era su alimento y me pedía más y más.'
La sangre como el alimento de la tristeza, simbolizando el dolor.

Luego también
'Me miras con el miedo abuhardillado en los ojos,
y yo me achico en soledad.'

La expresión :'anatomía de un sueño' es igualmente destacable.

Toda tu obra está muy cuidada, Óscar, me admira tu versatilidad de hablar de la misma tristeza desde diferentes ángulos, y hacerla tan diferente a partir de su misma esencia.

Un abrazo infinito.

Yoko-Tomoto
31 de marzo de 2010, 9:02

Apreciado Óscar

No me gustaría hacer una mala interpretación de vuestro poema, de hecho siempre temo hacerlo al momento de escribiros un comentario.
Hoy vuestro poema tiene para mi ciertos matices góticos en una melancólica oscuridad que denota misterio.

También observo en él tintes de vampirismo, en un amor sustentado en la desesperación de un dolor prolongado en el tiempo.

También por el elemento de la sangre donde es alimento y a la vez llaga que mantiene una herida abierta, lo cual se vuelve lacerante.

Aun así en él veo una luz que logra cegar la oscuridad silenciosa, una que permite observar más a detalle y daros cuenta del temor reflejado en sus ojos.
Es como si al encender una esperanza, el miedo hiciera presente en un clima de misterio ya difuminado.

No hay nada más solitario que causar miedo en aquel que se ama.
Es un escenario triste que me remonta a escenarios como los de Dracula y Mina en la idea de un Stoker, Frankenstein y su creador en la visión de Shelley, El jorobado de Nuestra Señora de París y el mundo de Victor Hugo, quien curiosamente se reponía de la separación de su esposa Adèle...
Puedo encontrar similitud con ellos en vuestro poema.
Además de mantener en común formular “la anatomía de un sueño” que, a su vez, se desvaneció por el delicado roce del amor.

Me ha gustado mucho.

Con aprecio y admiración
Alejandra

Cita Franco
31 de marzo de 2010, 14:43

Que cambio le has dado a esto!

Me encanta encontrarte, me encanta leerte y saludarte... no estoy todo lo que tendria que estar pero... quién lo está? lo que si te aseguro que cada vez que pueda , me verás--

BEsos

Cita

ángel de cristal
31 de marzo de 2010, 18:03

Yo no sé si será mi cabeza lo que está desordenada o si será mi corazón, pero lo que si sé es que siempre tenemos algo desordenado y la dificultad que tenemos a veces para ordenar lo desordenado.

Miles de besitos y cuídate mucho.

Clara Schoenborn
2 de abril de 2010, 18:22

El dolor y la tristeza son como un virus implacable que debe seguir su curso en nuestra existencia, a ciegas del tiempo, del vaivén de los días. En cierta forma estamos inermes ante su tránsito, la única esperanza es que sanen y los podamos llevar como cicatriz y nó como heridas. Un abrazo fuerte Óscar.

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