Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Muñeco de trapo


La Tristeza le cosió botones en los ojos,
para que la Alegría no visitara más su rostro;
luego le cerró la boca con una cremallera,
para que nunca más sonriera;
y finalmente, le despojó de alma
y vació su pe(na)cho de ilusiones y esperanzas
para que no abrigara ningún sueño vano
ni albergara fútiles promesas.

A continuación rellenó su cuerpo de paja y heno,
para que fuera ligero como el viento,
y dándole una última puntada,
lo re-vistió de trapo,
pintándole con sumo cuidado todos los rasgos,
para que nadie se apercibiera del cambio.

Y así,
convertido en un guiñapo,
triste y vulgar remedo de lo que antaño fuera,
fue pasando de mano en mano
hasta que un mastuerzo lo estrujó con tanta fuerza
que acabó por destrozarlo.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

4 comentarios:

Isabel Moncayo Moreno
10 de diciembre de 2009, 18:30

Pobre muñeco de trapo, una entrega más de tu creativo ingenio, curioso el objeto lírico que has elegido, no sé en qué medida lo simbólico se asemeja a la realidad que a veces nos toca vivir.Es un poema con una carga emocional triste, y a ti no te cuesta escribir ni sentir tristezas resueltamente.

Un abrazo Óscar

Clara Schoenborn
11 de diciembre de 2009, 0:00

Terrible Óscar. Este poema me ha dejado estrujado el corazón, peor que lo que quedó el muñeco de trapo. Realmente magistral la forma como planteaste el poema. Un abrazo fuerte.

Marisol
12 de diciembre de 2009, 4:29

Me ha dolido leer esta entrega, Óscar. Podrán coserle botones en los ojos, y rellenar de heno al muñeco de trapo, pero su esencia seguirá siendo la misma.
Tienes la gran capacidad de transmitir emociones con una intensidad excepcional.
Mi admiración, toda y siempre.

Yoko-Tomoto
13 de diciembre de 2009, 17:25

Al leeros he recordado las tantas veces que hemos sufrido y a su vez hemos sido remendados. Todos en analogía deberíamos ser muñecos de trapo. Cuando del dolor el daño se hace irreversible, es que cambia el estigma por completo.

Con mucho aprecio
Alejandra

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