Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Ouroboros


Aprendí a leer el parlamento de tus labios
en el lenguaje de los ciegos,
y caligrafié mis más tiernos versos
en tu boca de palimpsesto.

Con mis manos en tu espalda
modelé el arco del viento,
y fui maestro alfarero
en la entropía del universo.

De noche reptamos serpentinas
con cascabeles en los labios,
y nos enroscamos en ouroboros
dentro de un círculo mágico.

Te acaricio despacio,
y tiemblas como una gota de rocío en mis brazos;
te susurro un beso al oído,
y el lóbulo de tu oreja se estremece como un gajo de mandarina.

Las venas de tu cuello son arroyos que reclaman el drenaje de mis labios,
y tu nuca es la caja de cerillas donde escondo mi silbato.

¡Qué dulce es tu piel, Amor, cuando te muerdo!

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

6 comentarios:

Liz Flores
16 de diciembre de 2009, 0:58

Sensualidad, pasión y ternura. Tus versos están envueltos de un amor tan puro, eterno y cíclico, lo representas muy bien con ese dragón mitológico que simboliza esa comunión que tenés ahora entre cielo y tierra, es como que pautas un bello retorno o un encuentro.

La segunda estrofa es muy erótica, linda. Pero me ha fascinado la delicadeza de estos versos:
"Te acaricio despacio,
y tiemblas como una gota de rocío en mis brazos"

Qué frágiles, vulnerables y expuestos quedamos en los brazos del ser amado al momento de fusionar el alma.

Encantada de seguirte.
Un fuerte abrazo, querido amigo.

Yoko-Tomoto
16 de diciembre de 2009, 3:22

Es la eternidad que hace presencia en vuestro poema. Esa magia de saberse uno, cuando entre dos se logra aquella amalgama que persevera. Como una nota interminable, una con aliento perenne.

Me ha encantado, es desde los egipcios que se considera la vida eterna, en una reencarnación que trasciende más allá del deleite de una caricia principiada.

Encantador, sin duda uno de mis favoritos.

Con aprecio
Alejandra

Marisol
16 de diciembre de 2009, 5:03

Hermosa poesía nos regalas hoy, Óscar, donde el eterno retorno de las cosas se exhibe:
"y nos enroscamos en ouroboros
dentro de un círculo mágico."
También me han gustado particularmente estos versos:
"Las venas de tu cuello son arroyos que reclaman el drenaje de mis labios,"
Porque logran gran delicadeza en su simplicidad, y son de alto vuelo poético.
Concuerdo con Liz: en los brazos del ser amado, nos volvemos frágiles porque nos deshacemos voluntariamente de toda protección.

Un gran abrazo.

Anónimo dijo...
16 de diciembre de 2009, 18:30

El círculo sinónimo de la Nada que alberga el Todo y lo posible, que admite los ciclos y la extensión de vida.

El círculo que se rompe, que se abre pero siempre queda unido, entiende demasiado de las danzas de Shiva Nataraja.

Un saludo

Isabel Moncayo Moreno
17 de diciembre de 2009, 14:37

Vuelves a demostrar en tu hermoso poema que sigues siendo el guardián eterno de Sara, entiendo la imagen como símbolo del inframundo a la vida, como si ambos estuvierais en esa serpiente dragón, vida-muerte, perdona que me haya parado tanto en la imagen,es que me sorprendió, ahora va el poema, la primera estrofa ya incita a leer, aunque sea en braille, me ha encantado esa imagen de yemas de dedos sobre la piel, parándose en comas y puntos .....
Me ha gustado mucho lo de reptar serpentinas con cascabeles en los labios, también es una figura muy sugerente, también me ha gustado:

Te acaricio despacio,
y tiemblas como una gota de rocío en mis brazos;
te susurro un beso al oído,
y el lóbulo de tu oreja se estremece como un gajo de mandarina,
que junto al cierre me parecen de una ternura sobrecogedora.

Un abrazo, Óscar. Me ha encantado.

Clara Schoenborn
20 de diciembre de 2009, 0:46

Me ha encantado el poema, principalmente porque más que erótico es muy apasionado, eso le ha dado un giro muy bello y profundo. Un abrazo.

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