El silencio de nuestros nombres
Se me disparó un arcabuz de reproches en la pólvora del ojo,
pero tú limpiaste mi ceguera con tu lengua salaz.
Se nos han ajado los nudillos de tanto golpear a la corteza del verbo.
Me enmudece el borboteo de la sangre en las paredes,
y me dueles como el secuestro de la voz.
Nuestros nombres están hechos de silencio cuando nos besamos.
Cerraste los ojos
con la lengua dormida en la emboscada del sueño.
Tiempo de volar.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
4 comentarios:
"y me dueles como el secuestro de la voz."
Enmudecer ante el dolor me parece en extremo bello, en poesía claro, aunque en tu caso me duele, pues sé que escribis por experiencias propias. Ese "tiempo de volar" es un proceso doloroso, si, lastima cada que se intenta alzar el vuelo, pero vos como Ave Fénix resurgirás, eso lo sabemos los que te queremos.
Un fuerte abrazo Óscar.
Tú mismo lo dices, el silencio siempre tan poético, por doloroso que resulte. Duelen cada uno de tus versos, del primero al último, ése Tiempo de volar no sé cómo me ha llegado.
Un abrazo, Óscar, un fuerte abrazo.
Ay carambas Óscar: éste sí que duele. Difícilmente puede leerse algo tan desoladamente triste. Un abrazo.
Leo y releo tu poema, y me gusta más cada vez. Lo siento, me es imposible señalar algún verso, cada uno tiene su personalidad y se nota que has cuidado al mínimo, cada verso.
Tus metáforas no dejan de sorprenderme.
El 'secuestro de la voz' duele, claro que sé cómo duele, pero de la forma que lo dices hasta suena sublime.
Un cálido abrazo, y mi admiración, siempre.
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