Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

viernes, 12 de febrero de 2010

La arquitectura del beso


La arquitectura es una música congelada.
Arthur Schopenhauer

Aprendí a cantar en el silencio de tus ojos
una balada solitaria,
y en la armónica de tus labios
toqué la melodía más tronada.

Recorrí el undívago pentagrama de tu espalda
con el arpa cadenciosa de mi mano
rasgando las cuerdas en un vibrato
con el clave bien temperado.

En el serrallo de las bocas
tremolamos
y fuimos sílabas candentes
en un grito sofocado.

Con la arquitectura del beso
aprehendí
la música congelada de tus labios.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

4 comentarios:

Isabel Moncayo Moreno
12 de febrero de 2010, 18:01

Yo he usado esa imagen del arpa en un poema, en Pasión amorosa, recuerdo que me comentaste que te resultaban armoniosas, delicadas y eróticas en el acariciar del tacto, o algo así, voy a trasladar tus propias palabras a tu poema, es curioso esta mezcolanza que tan bien fusionas entre sensualidd y melancolía, me ha encantado la primera estrofa, con esa armónica de sus labios y la segunda en su sensualidad.

Un abrazo, Óscar.

Yoko-Tomoto
12 de febrero de 2010, 19:03

Sonrío ante la lectura de vuestro poema. Me ha fascinado. La conjunción de una sensación pasional con la armonía de un instrumento de cuerdas. Al igual que mi bella dama Isabel, recuerdo que vos gusta del Arpa.

vuestro poema de hoy se queda en mis favoritos. Incluyendo de vuestra cita, una hermosa verdad.

Con aprecio
Alejandra

María
14 de febrero de 2010, 0:58

Es curioso y coincidente, en mi poema hablo de bocas.

Armonía de besos, de sonetos, música sentida entre melodías de versos.

Saludos.

Marisol
14 de febrero de 2010, 6:00

Este es un poema que se va encendiendo, la primera estrofa, con 'la armónica de tus labios' y esa 'balada solitaria' me transportó a un lugar calmo, donde reina la música melancólica de un arpa solitaria.
La segunda estrofa un poco más sugerente, me encantó, y la resalto entera:
'Recorrí el undívago pentagrama de tu espalda
con el arpa cadenciosa de mi mano
rasgando las cuerdas en un vibrato
con el clave bien temperado.'
El final es inesperado.
He disfrutado mucho visitarte. Un gran abrazo.

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