Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

miércoles, 24 de febrero de 2010

En la boca del cañón


Te amé como el ave que construye su nido en la boca del cañón
sabiendo que algún día el fuego empapará de pólvora sus alas
impidiéndole volar,
condenándole a la estrechez de su lóbrego cubil.

Te amé como a la luz que parpadea en la ciega oscuridad;
te amo como al fanal que ilumina mi noche solitaria, huérfana de estrellas.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

5 comentarios:

Isabel Moncayo Moreno
24 de febrero de 2010, 18:40

Esa imagen de luz en la oscuridad va totalmente con el poema, estalla la tristeza en este poema, como en tantos otros que publicas, tal vez la pólvora, el cañón, esa oscuridad tuya, lo hagan más lúgubre, igualmente siento la ternura de ese ave quiso contruir su nido.

Un abrazo, Óscar

Yoko-Tomoto
24 de febrero de 2010, 19:08

También al igual que mi bella dama Isabel me ha gustado la imagen, denota distancia por esa luz que se persigue, misma que da esperanza en medio de la oscuridad. De vuestro poema es palpable la melancolía, como si os engomaras a un nido que sabe un día con fuego se "empapará". Es ese lamento a distancia que a mi parecer refleja vuestra imagen acorde con el poema.

Con mis mejores deseos
Alejandra

Liz Flores
24 de febrero de 2010, 23:00

"Te amé como a la luz que parpadea en la ciega oscuridad"

Qué complicado escribir luego de leerte un poema así de triste, pero bello en contexto. Se me comprime el alma y se enmudecen mis palabras.

Es un hermoso trabajo Óscar.
Un abrazo.

Clara Schoenborn
26 de febrero de 2010, 0:57

Ay carambas... como duele leer este poema, tan lleno de fatalidad, pero tan cierto en cuanto a lo que es la vida misma en ocasiones. Sabemos desde el comienzo el final de las situaciones y aún así como mariposas condenadas embestimos irremediablemente contra la luz que nos aniquilará.Me voy con el corazón arrugado, pero no obstante te dejo mi abrazo.

Marisol
26 de febrero de 2010, 22:47

Sí, somos de lo más extraño, nos empeñamos en amar y en vivir, sabiendo de la fatalidad de ambos,
'como el ave que construye su nido en la boca del cañón
sabiendo que algún día el fuego empapará de pólvora sus alas
impidiéndole volar'

La fotografía y el poema se hacen uno solo, y duelen.
Un gran abrazo.

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