Blog poesía La luz de tu Faro

En memoria de Sara Álvarez, con Amor, devoción y ternura infinitas. Absorbí tu esencia, y ahora vives en mi poesía. Te devuelvo la vida con mis versos.

domingo, 31 de enero de 2010


Te amo como el viento a las cenizas,
como el fuego a las entrañas,
como el ciego al sol.

..........Sol.

Besarte es como soplar semillas a la cara del sol,
un sueño de luz,
un vuelo de esperanza,
una revelación.

..........La lenta floración de las amapolas.

Te veo como un velero que surca el mar de mis sueños
con la vela desplegada hacia la eternidad.

..........Tu amor es la girándula que explota el cielo de colores
..........en las noches estrelladas.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

sábado, 30 de enero de 2010


Escribo cartas sin remite
para llevarlas a la estafeta del olvido,
donde se apilan rimeros de abrazos sin dueño
y besos perdidos.

Ya no venden sellos con tu efigie en el estanco,
ni me queda saliva para pegarlos.
Hace tiempo que gasté el lacre de mi felicidad en cartas sin ventana.

Si tan sólo pudiera tatuar dragones con mi lengua en tu espalda...
Si tan sólo pudiera atrapar el fuego en el cauce de tus labios...

Hoy encontré una carta tuya en el buzón.
La abrí y estaba en blanco,
como mis noches.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 28 de enero de 2010


Bésame como besan las espinas de las rosas,
hundiéndote en la piel con el alma afilada y candorosa,
sin tregua, con pasión y la sangre a flor de pétalo,
celebrando el triunfo de la carne
con las lenguas enroscadas en el estigma de las flores.

Muérdeme incisiva, fervorosa,
con colmillos yugulares,
que corten tallos y abran corolas,
buscándome el pulso en los latidos del cuello
como dientes que devoran granos de maíz
–¿quieres bailar conmigo esta mazurca?–,
con el dolor de dos cuerpos que se aman
y se acoplan,
y la pátina simiente del sándalo rojo
esparcida en la fragancia de la muerte,
y la pulpa desgarrada
en la fruta madura de tu vientre.

Te amé como la uva a la parra,
y fuiste vino en la vendimia de mis manos.

Luego la embriaguez hizo que tintineara mi lengua de cristal
en un brindis de labios.

Chin, chin.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

miércoles, 27 de enero de 2010



Desabrochas mi sonrisa
con tu pluma de cisne.
Desabrochas mi sonrisa’, Isabel (Cyrene)

Dibujas mandalas en mi frente
con una pluma de cisne generosamente mojada en esa laguna que forman tus labios
cada vez que se volatilizan en nubes de besos
–puedo oír el canturreo de tu lengua con la suavidad de la carne que roza y quema–,
y entonces veo una piruleta que me hipnotiza
con su movimiento en espiral.

Dime, ¿a dónde ascenderé?

Me acerco, y tú me miras ligeramente aturdida.
Estoy tan cerca que podría pronunciar tu nombre y besarte,
todo a un tiempo,
y cuando te toco el hombro, tú, turbada, dejas escapar una risita nerviosa,
como si quisiera levantarte la falda o comerte a besos
–y créeme, eso mismo, y no otra cosa, es lo que quiero–.
Cruzas las piernas,
y yo muevo tímidamente el dedo por tu rodilla
como un hipocampo en un tablero de ajedrez,
avanzando tres casillas en
e
l e.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 25 de enero de 2010




En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio
'Ofelia', Arthur Rimbaud


Sueño,
y soy como la hoja muerta que flota en el lecho del río
entre juncos, nenúfares y espadañas,
tan dócil y mansa
como el cuerpo sin vida de Ofelia
que nada sin remo ni pala
mientras sostiene en sus manos rígidas un ramillete de lirios
tan marchitos como ella;
¡pobre doncella!,
presa de su locura de amor
al frío lago abandonada,
tan quieta y serena como una pálida estrella
que mengua en las aguas
al contemplar su blancura cadavérica
argentada por los rayos de luna;
¡desdichada doncella!,
allí amortajada en su tálamo de cieno
donde celebra esponsales con la muerte en eterno himeneo,
eterna novia de ranas e insectos;
¡dichosa doncella!,
pura y virginal como el blanco de su vestido,
en eterna espera del beso del amado, de la venganza cautivo,
que la despierte del sueño en que se halla sumida
con una fragante orquídea prendida del pelo
que rivalizaría en albura con la lividez de sus mejillas,
ya sin brillo ni rastro de lozanía.

Sueño,
y soy como la hoja caduca que alancea el remolino de aire
y arranca de la rama que la vio florecer;
hoja inerme que cae a las aguas bravas que bordean la ribera
sin oponer apenas resistencia
y ve alejarse con tristeza la orilla
junto a aquel árbol que la arropó,
esperando ser arrastrada por la corriente.

Sueño,
y soy como la libélula que capitanea el viento con alas proféticas,
en las que el sol entalla el paisaje de su desnudez.

Sueño,
y soy como las burbujas en los charcos que anuncian la tormenta.

Sueño que soy la gota de agua que hace gemir a la tierra de sed.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

sábado, 23 de enero de 2010


Tiré una moneda al estanque de los sueños
-O-
y emergiste de las aguas.

Tiré una moneda al estanque de los sueños
-X-
y se hundió mi esperanza.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 21 de enero de 2010


Háblame del bosque,
del musgo y de la hiedra,
de la fuerza del helecho,
del rocío en primavera.

Háblame del mar, de sus misterios,
del bramido de las olas,
del batir de espuma en los acantilados.

Háblame del campo,
de las flores aromáticas,
del trigo y de la vid,
del rubor de la amapola.

Háblame del cielo,
de las nubes polimorfas,
del sol omnipresente,
del vuelo de la alondra.

Háblame del Faro,
de su ojo circunspecto,
de su quieta arquitectura,
de su luz benefactora.

Háblame del viento que peina riscos y montañas,
que silba entre los cedros,
que exilia la hojarasca.

Háblame... No, mejor no me hables. Sólo bésame y deja que fluyan las palabras en mi boca.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

martes, 19 de enero de 2010


Les pedí un beso a tus labios,
y hubo quórum.

En el concilio de tu boca deliberé mi aventura equinoccial.

Pronto pincelamos nuestros lienzos de infinitos puntos de fuga
sobre el caballete de un abrazo,
y bajo una lluvia impresionista, en los arrabales del cuadro,
enmarcamos un polícromo retrato.

Luego me pintaste sobre la frente una oblea
con tu luz cenital,
atemperando los claroscuros que bosquejaban mi entenebrecido ceño,
y fui lágrima de color en la acuarela de tus ojos.

Finalmente,
me difuminé en los contornos vaporosos de tu alma
con un sfumato.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

domingo, 17 de enero de 2010


Hoy tus manos me hacen falta
como relámpagos obedientes.
'Hoy no te olvido', Sara Álvarez


Dios vive en el sueño escarchado de tus ojos.
Lo supe cuando vi el dibujo de un corazón en la oquedad de tus manos
y a dos cisnes blancos besarse en el estanque de los nenúfares
con los cuellos engarzados.

–Y mi corazón latía febril, acelerado, como el serpentino pulso de un rayo–

He pernoctado tres noches seguidas en la hamaca de su árbol
mientras la luna me balanceaba con su ceja alabeada,
pero aún no he pagado aranceles a la pigricia.

–Y al cerrar los ojos, Dios (me ven) dijo adiós–

¿Cómo cabalgar la voz de su relámpago
y ser el jinete de la tempestad
sin que oscile y truene la montura de mi corazón pendular?

Por favor, no me despiertes cuando salga el sol.
Vístete y sal de mi cabaña sin hacer ruido,
que yo voy a dormir un sueño interminable,
como contar estrellas en la noche.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 15 de enero de 2010


Hay una acacia que brota en el desierto
solitaria
huérfana
como símbolo de una esperanza inmarchitable
que contraviene la voluntad de la Naturaleza
tal vez obrando un milagro
donde sólo hay páramo y abrojo
con los huesos de un dromedario como únicos testigos de su gesta
sin otra compañía más que el sol abrasador
y una inmensa extensión de arena.

Se levanta en lo que antaño fuera un bosque
feraz y exuberante
de ubérrimas palmeras
hoy tragado por las dunas
convertido en tierra yerma
oasis y espejismo
de muertes y tragedias
donde el verde de las hojas
es ahora
el ocre de la arena.

¿Cómo hará para mantenerse erguida después de tantos años de sequía e inclemencias?
¿Cómo podrá sobrevivir al árido clima del desierto sin una compañera?
¿Acaso sus raíces excavan la tierra en busca de un acuífero o venero subterráneo?

Se alza encorvada
temulenta
como si huyera del calor sofocante e insalubre
y pidiera a gritos un barreño de agua
para despejar su melopea.

Tiene las ramas torcidas
agostadas
y apenas le cubre la copa
una fronda rala y cenicienta.

Está clavada como una estaca
enclavada en tierra de nadie
absurdo mojón de predio o hacienda
sin dueño ni herencia
ni otro signo de pertenencia
más que la locura.

A vista de pájaro
se diría un hombre crucificado
–y algo de penitente tiene,
con los brazos caídos y el espinazo doblado–

De vez en cuando ve pasar una caravana de sal
–y le entra de pronto la sed–
o saluda a un despistado tuareg
que levanta su jaima junto a él
y le corta algunas ramas secas
para calentarse las manos
al calor de una hoguera.

Los mapas la señalan como la frontera de la soledad.
Así me siento yo, como el Árbol de Teneré.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

miércoles, 13 de enero de 2010


Las personas que sólo pueden ser gráciles y ornamentales –las que sólo pueden darle al mundo flores– tendrían que morir jóvenes, sin que nadie las viera nunca arrugadas y canosas. No es que la belleza merezca algo menos que la inmortalidad, no: los bellos deberían vivir por siempre.
'Retoños y voces de pájaros', Nathaniel Hawthorne



Cuando una falda blanca cubra mis laderas y la nieve opaque el brillo de las flores,
tú harás florecer mi jardín con el verdor del musgo y el rumor de la hiedra,
y retoñarás la tierra adormecida de nuevos brotes,
mi siempre fértil primavera.

No habrá hojas mustias en tus ramas
ni escarcha en los pétalos de tus párpados,
si acaso una trémula gota de rocío
que libaré en el rubor del alba.

El invierno perfumará de jazmín tus mejillas sonrosadas
sin que la lividez se pose en la copa más alta.

Los rayos de sol bailarán en el follaje de tus pestañas
trazando en el aire jeribeques de colores,
y los pájaros harán su nidos en tu regazo,
engalanando tus oídos con sus trinos
y sus sones.

Yo envejeceré
como el sauce que contempla su lenta decadencia en las aguas cristalinas del río al que los años le abocan,
pero tú serás eternamente joven en mi recuerdo,
como esa flor perenne que acuno en la égida de mis manos
protegiéndola de la ventisca del olvido.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 11 de enero de 2010


Mirar atrás
es hilar infortunios en la rueca del tiempo,
enhebrar un hilo de sangre por el ojo de la cerradura
y pincharse en el dédalo del subconsciente.

Aquel sonido que se escapó de tu garganta
sonaba engañosamente alegre,
como el gorjeo de un pájaro enjaulado
que añora su libertad,
o el canto del arpa que un día fue cisne.

Las alas del viento
rasgaron las plumas de la tempestad
en el naufragio de un sol cetrino y enfermo.

Vives en una botella arrojada al mar
que durante la tormenta encaló en el varadero de mis recuerdos,
y llevas un mensaje dentro que sólo yo puedo leer,
pues sólo yo conozco el lenguaje de tu Eterna Tristeza.

La marea arrastrará el cofre de tu soledad
a la arena de mi playa desierta,
donde se mecen las algas y dan sombra las palmeras.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

sábado, 9 de enero de 2010


Ya no llueven pájaros de abril sobre mi cabeza
porque el espantapájaros asustó a los cuervos de la memoria.

Llevo tu nombre grabado en la corteza de mi soledad,
como anillos de un tronco de árbol talado en nuestro bosque de ensueño.

Estos círculos concéntricos que me nacen en la piel
son tu memoria viva,
la prueba de que exististe.

Todos estos recuerdos son por ti.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

jueves, 7 de enero de 2010


Escribo poemas en los márgenes de la tristeza
con el puño apretado y la letra prieta,
al sesgo,
oblicua la mirada, torcido el gesto,
saliéndome de los renglones de la vanidad.

Escribo un puñado de letras menudas
y otras tantas menudencias,
con doble sentido y sin dobleces,
para no salirme del papel arrugado de la soledad.

Escribo con verbo sucinto y adjetivo profuso,
yuxtaponiendo tu nombre de lluvia a mi adverbio de tiempo
en la conjugación de la lágrima seca,
y no me planteo siquiera la disyuntiva entre el ritmo
o el encabalgamiento del verso.

Escribo al desgaire
un pliego de inanes pensamientos,
como un poema garabateado en una servilleta de papel
con un círculo de agua y una mancha de café:
Gracias por su visita.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

miércoles, 6 de enero de 2010


Puedo ver tu cara reflejada en esa gota de agua que se estremece en la boca del grifo, frágil y temblorosa como un ciervo que abre desmesuradamente los ojos para contemplar la muerte, su muerte, en los ojos del cazador que lo ha abatido, fugitiva como una lágrima que se desliza por la mejilla, a un suspiro de liberar el peso del alma; y sin embargo, tan obstinada que no se resigna a su inevitable caída, aun cuando pronto perderá su individualidad en un mar de rostros difuntos.

Cuando la gota de agua caiga al bidé, las ondas se harán eco de su tristeza, y el mar la arropará como a un buque hundido.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

lunes, 4 de enero de 2010


El tiempo es el sayón que desmiembra los brazos de la cordura en el ecúleo de la insania, con espantoso crujir de la razón.
El tiempo es la mancha de sangre que mancilla la virginal pureza de la nieve con su purpúreo baldón.
El tiempo es el ergástulo que esclaviza al rayar el alba los primeros rayos de sol.
El tiempo es la linterna mágica que alumbra el miedo a la oscuridad.
El tiempo es el auriga que conduce la cuadriga del dolor.
El tiempo es la tenaza que extrae el juicio de las muelas, sin calmante ni sedación.
El tiempo es el vendaval que azota los ocelos de las mariposas durante la floración.
El tiempo es el altar donde sacrifico las horas muertas de mi condena en aras de la liberación.

El tiempo… ¿qué es el tiempo sin ti?
Un reloj de arena sin arena, un reloj de sol sin sol, una clepsidra sin agua, una cruel negación.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.

viernes, 1 de enero de 2010



Y en una nube el vaivén de tu perfil
Sara Álvarez

Te balanceas en un columpio de amaranto,
sobre una nudosa y oblonga rama de nogal
vestida de madreselva,
cobras impulso y te elevas
hasta regiones vírgenes y agrestes,
donde la luz penetra en el ramaje de los sueños
y bosqueja alrededor de la boca un halo de cerezas.

Desde aquí abajo puedo ver la tolvanera de tu falda
cuando asciendes tan alto como un cometa
y mitigas con tu vuelo su velo de grandeza,
y en el momento justo en que el cielo se posa en el blanco de tus ojos,
haces de mi perfil, en las nubes, divina providencia.

Te elevas y te elevas, y tan alto vuelas,
que te quedas suspendida en las enredaderas del aire,
cual campana que anuncia, con albricias, los esponsales,
tan cerca de Dios que puedes sentir su aliento, su cáliz,
y a continuación caes a plomo sobre mi cabeza,
como una lágrima del sol.

En cada vaivén puedo ver el escorzo de tu beatífica sonrisa,
el cendal del rizoso cabello flotando al viento,
los volantes de la falda de lino, plisada por los dedos de la brisa,
y tus lábiles pies mojarse al tocar el rocío de la hierba,
donde tumbado te contemplo, con una mano haciendo visera.

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.