Mi mano en tu vientre
Cuando te haces río
amanso tus aguas bravas con mis manos de barca,
hago un cuenco y bebo hasta saciarme
del manantial que nace en tu costado;
siguiendo su cauce
vadeo el ombligo,
y con boca de oleaje
me anclo en tus muslos,
donde moras fontana
y tiemblas espuma.
Al pie del arroyo
retozamos desnudos
–descalzos de ortigas
y crecidos de musgo–,
y mascando una brizna
sonreímos impúdicos.
El rocío en la hierba
nos sirve de lecho;
el canto del grillo
siega el silencio
y bosqueja los sueños.
Sobre el verde prado
reclinamos los ojos,
entorchamos los cuerpos
y contemplamos el cielo,
en una noche trashumante de astros.
Al pasar una estrella
soplamos las velas
y cintila la noche luciérnagas.
Con la fertilidad de una mirada
devoramos un pensil de caléndulas.
Mi mano en tu vientre
dora las espigas de la cosecha
y ausculta trinos de alondra
en un nido de mieses.
Acaricio al hijo que nunca tuvimos,
y sueño que vives fuera de este poema,
tal vez en el Cielo,
con tu abuelo, que te cuida…
…y que allí no estás triste.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
1 comentarios:
Leí y leí, y leí creyendo, pensando que acaso, tal vez .... pero no, llegué al final y ..... lo triste se te hizo real una vez más.
¿Sabías que las caléndulas cierran sus pétalos al llegar la noche? Es hermoso pensar en ellas imaginando que al hacerlo impiden a la luz escaparse de la fragancia de sus hojas.
Un beso, Óscar
Ío
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