Mi siempre primavera
He visto cómo adelgazaba el aire
al pasar por la estrechez
de un reloj de arena,
cayendo entre granos de tiempo
a una playa desierta que, dada la vuelta,
tornaba punta de flecha.
He visto, sí, he visto
cómo se fraguaba en las olas
el ósculo del horizonte,
y cómo se enredaban las algas
a tus piernas de pleamar,
con los cabellos ondeando
como tentáculos de medusa
en la superficie añil del agua.
Aunque las olas de tu playa ya no vuelvan a mojar mis pies,
te busco como el delfín varado busca hacerse a la mar con la marea,
como el cangrejo ermitaño busca el abrazo de la anémona.
Ahora que sé que el deshielo de la primavera sólo traía pinturas de guerra,
me he tiznado las mejillas con las cenizas de tu soledad.
Eres lágrima
de mi gorja cautiva
que ocluye un suspiro
en la laringe del miedo,
hipido voltaico
de una Esfinge de hielo.
Desde que te fuiste
no ha dejado de sonar Bach en mi cabeza,
y tu tristeza me persigue como un clavicordio
afinando notas agudas de melancolía.
El silencio no me ha sido concedido;
la tristeza no es sorda,
aunque se tape los oídos.
Triste y solo me he quedado,
pero habré de hacerte eterna en eterna compañía
que mengüe un poco esta ausencia abrasiva
que dejas en mi piel.
En cada ola que rompa contra el acantilado
estallará un pedazo de tu ser,
y las gotas salpicarán mi frente
secando los sudores de la fiebre.
Tu Eterna Tristeza ahora es Mía,
mi siempre primavera.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
1 comentarios:
Oh, y no puedo evitarme llorar, no lo intento, me es necesario después de leerte, una y otra vez, esta tristeza que se alarga y me atrapa desde tus dedos al escribir
Un beso, Óscar
Ío
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