Se detiene la voz (y los acentos)
Se detiene la voz,
y las palabras hienden alambre en las sienes
como pespuntes que coronan suspiros.
Te hablo,
y me crecen espinas en la boca;
te hablo,
y me sangran las vocales
–con su abecedario completo de dolor–;
te hablo a voz en cuello,
te grito,
y no me oyes,
porque la frecuencia del dolor es inaudible
para otros oídos que no sean los nuestros.
Arrastro las sílabas de tu nombre por el paladar
para lijar mi aliento circunflejo
(r â s a),
y así te pronuncio,
mudo de agonía.
Sospecho que hay una púa que rasga mis cuerdas vocales
buscando el diapasón.
No puedo verte, Amor,
porque el sol me da de plano en la cara
y con mis dedos hago un eclipse lunar.
Hoy el aire vomita espirales de fuego,
y el tórrido calor me acaricia, untuoso, con acentos de jengibre.
La oscuridad diurna es más blanca que la locura
–siempre lo he sabido–,
y me guillotina con su negro sayón.
¿Me habré quedado ciego de tanto mirar al sol?
Pero te veo, sí, ahora te veo silábica,
acentuando un sintagma de amapolas en el fondo de mi retina.
Eres ese halo único que resplandece en mi mundo de sombras.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
1 comentarios:
"como pespuntes que coronan suspiros"
y la pronuncias mudo de agonía, ciertamente, pero lleno de amor, has creado un blog para Sara, ojalá y hubiese sido en otras ciscunstancias, vuestra poesía unida sería un deleite para seguiros, desgraciadamente, no puede ser, espero y deseo de corazón que pronto encuentres sosiego en tu ser, aunque sé lo que cuesta, de corazón te lo deseo, Óscar. Sabes que a ambos os tengo un especial cariño, ambos os haceis querer.
Un abrazo
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